Un paisaje de otro planeta: así es Las Cárcavas, un lugar que recuerda a Marte y está a una hora de Madrid

Las Cárcavas son el resultado de un proceso geológico llamado "erosión regresiva"
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A apenas una hora al norte de Madrid, en la frontera natural entre la Comunidad de Madrid y Guadalajara, se encuentra uno de los paisajes más insólitos, fotogénicos y poco conocidos del centro peninsular: Las Cárcavas del Pontón de la Oliva.
Se trata de un paraje definido por formas geológicas que recuerdan a los icónicos escenarios rojizos de Marte o el Valle de la Luna en Chile, y que ofrece una experiencia visual y sensorial única. En un país donde el turismo rural gana cada día más protagonismo, este rincón erosionado por el tiempo se está convirtiendo en una de las rutas más imprescindibles para senderistas, fotógrafos y amantes de la geología.
Un paisaje marciano esculpido por el agua
Las Cárcavas son el resultado de un proceso geológico llamado "erosión regresiva", en el que el agua va socavando lentamente el terreno arcilloso, creando un paisaje de pináculos, chimeneas de hadas y surcos verticales que se asemejan a un laberinto natural de tonos rojizos y anaranjados. Esta peculiar morfología se asemeja a los paisajes que imaginamos en otros planetas, de ahí su apodo de "el Marte madrileño".
El entorno se ubica junto al embalse del Pontón de la Oliva, una infraestructura hidráulica construida en el siglo XIX que fue uno de los primeros intentos para abastecer de agua a Madrid. Aunque actualmente está en desuso, su presencia añade un interés histórico a la ruta y funciona como punto de partida para la caminata hacia Las Cárcavas. El recorrido desde la presa hasta el corazón del paraje es de unos 4 kilómetros, con un desnivel moderado y algunos tramos en ascenso, aunque no suponen una gran dificultad para aquellas personas habituadas a caminar por montaña.

Una de las particularidades del acceso a Las Cárcavas es que no hay una señalización oficial del camino. Sin embargo, la popularidad creciente del lugar ha generado un sendero evidente a simple vista, que parte desde la parte trasera del Pontón de la Oliva y asciende por una loma desde la que ya se intuyen las primeras formaciones rojizas. El recorrido completo de ida y vuelta puede hacerse en unas dos horas, aunque conviene dedicar algo más de tiempo si se quiere explorar el terreno, fotografiar o simplemente contemplar el entorno con calma.
Durante los días más despejados, las vistas alcanzan hasta el cañón del río Lozoya y permiten una inmersión total en el paisaje. El contraste entre los tonos áridos del terreno y la vegetación mediterránea circundante añade una capa extra de complejidad cromática al paisaje, lo que ha captado el interés de numerosos creadores de contenido y fotógrafos especializados en naturaleza.
Recomendaciones si vas a visitar las Cárcavas
Aunque se trata de una excursión accesible para la mayoría, hay ciertas precauciones que conviene tener en mente antes de aventurarse a recorrer este sendero. En primer lugar, el suelo arcilloso puede volverse muy resbaladizo tras las lluvias, por lo que se recomienda evitar la ruta en días posteriores a precipitaciones, o si el pronóstico del tiempo indica que podría haber lluvia en la zona.
Durante el verano, la exposición directa al sol a lo largo del trayecto hace imprescindible llevar protección solar, gorra y agua abundante. No hay fuentes de agua, ni áreas de descanso habilitadas, por lo que el visitante debe ser completamente autosuficiente.
En general, es mucho mejor hacer esta visita evitando las horas centrales del día, escogiendo en su lugar las primeras horas de la mañana o el atardecer para disfrutar de una mejor experiencia visual y menor afluencia de visitantes.
Un destino con algo para todos: senderismo, geología y fotografía
El magnetismo de Las Cárcavas no reside únicamente en su rareza geológica, sino también en su capacidad para atraer públicos diversos. Para los senderistas, es una excursión de media jornada con recompensas visuales notables. Para los geólogos y estudiantes, es un aula natural donde observar los efectos del modelado fluvial en terrenos sedimentarios.
Para los fotógrafos, es una mina de texturas, luces y contrastes. Y para el visitante ocasional, es una escapada ideal desde Madrid, sin necesidad de grandes preparativos ni pernocta. Su creciente popularidad ha llevado incluso a iniciativas turísticas y educativas que promueven su conservación, dada la fragilidad de sus estructuras.
Independientemente de qué tipo de público seamos, y lo que busquemos en esta visita, Las Cárcavas son un destino que invita a explorar con los ojos abiertos y la cámara lista para inmortalizar el momento.