Mariscadores siembran crías de almeja en la Ría de Noia: el proceso para garantizar la producción en 2026

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Las cofradías esparcen futuras almejas en zonas menos productivasIMAGEN: Carlos López
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A CoruñaEl marisqueo, concretamente el de la almeja, sigue siendo una actividad económica de gran relevancia en muchas zonas de Galicia. Para garantizar el sustento de muchas familias durante la próxima campaña, en la Ría de Noia, en A Coruña, las cofradías han intensificado las siembras de almeja en los bancos más improductivos. Lo cuenta en el vídeo Laura Queijeiro, que ha acompañado a los mariscadores en todo el proceso.

Las semillas de almeja nacen en el laboratorio del criadero de la Cofradía, en un ambiente controlado y alimentándose de algas. Son de tamaño microscópico y solo cuando llegan a unos pocos milímetros se pueden esparcir en la arena mediante barcos. Las almejas crecen en fondos marinos de poca profundidad, muchas veces en zonas intermareales, habituales en la costa gallega.

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Parece arena... pero son crías de almeja

Todo comienza en el criadero de marisco de la Cofradía de Noia. Aquí, mediante la reproducción de ejemplares de la especie, se generan almejas 'bebé' que solo son visibles con un microscopio. “A simple vista parece arena, pero aquí no hay ni un grano de arena”, asegura Antonio Rama, biólogo de la Cofradía.

Son semillas de almeja que crecen en un ambiente controlado y se alimentan de microalgas cultivadas en el laboratorio. Para los científicos que trabajan en las instalaciones es fundamental mantener unas condiciones similares a las que habría en el mar. "Para la alimentación realizamos las correspondientes dietas o mezclas de las distintas especies de fitoplancton”, explica Antonio.

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Cuando alcanzan los 5 milímetros viajan del criadero a la batea

Después de un año creciendo en planta, es momento de llevarlas al mar porque ya tienen un tamaño visible. "Deben estar en cinco o seis, a lo mejor ocho o diez milímetros, por ahí", anota Ramón Mariño, técnico de la Cofradía de Noia.

En la batea continúa el engorde de la almeja. Se trata de estructuras flotantes que permiten el desarrollo del molusco en condiciones naturales pero a la vez que se controla su crecimiento. “Metemos la semilla en unos platos para que siga creciendo”, explica Mariño. “Básicamente es aclimatarla para después poder sembrarla”, aclara.

En estas plataformas pasan unos cuatro meses sumergidas hasta alcanzar un tamaño adecuado. Luego, explica Julia Lorenzo, otra trabajadora de la Cofradía, las llevan a sembrar. "Cuando alcanza entre 10 y 11 milímetros", apunta. Con esta medida ya son aptas para sobrevivir en los bancos marisqueros. Las cargan en barcos y las lanzan sobre los arenales submarinos menos productivos. Hoy van a sembrar unos 120 kilos.

El objetivo: garantizar el sustento de 1.300 familias

El técnico Ramón Mariño afirma que de este modo hay mucha más producción de la que normalmente se daría en esas zonas: “Aunque en el medio natural hay reclutamiento propio de los bancos, nosotros lo que intentamos es incrementarlo y ayudar a aumentar la población”.

El principal motivo es el económico, afirma Manuel Barreiro, jefe de mantenimiento de la Cofradía. Y es que vivir de la actividad marisquera no siempre es fácil. Por lo menos "así se garantiza un poco el futuro de los bancos marisqueros”. Porque estas almejas que ahora siembran serán, el año que viene, el sustento de las 1.300 familias que viven del marisqueo solo en esta ría.