Un manifestante de los ‘chalecos amarillos’ pierde la mano al coger una granada lacrimógena de la Policía

Las calles de Francia han amanecido tranquilas después del cuarto sábado de disturbios, no solo en la capital sino en otras ciudades como Toulouse o Burdeos. El fuerte despliegue policial no evitó que volvieran a repetirse escenas de violencia, detenciones y graves destrozos.

Además, decenas de personas resultaron heridas. Frente a una barricada, tras una explosión se ve salir a un manifestante gritando. Ha perdido la mano al coger una granada lacrimógena explosiva lanzada por las fuerzas de seguridad.

El impresionante despliegue policial, y las detenciones preventivas, tampoco impidieron los saqueos. Escaparates destrozados y tiendas convertidas en ‘autoservicio’ fueron las consecuencias de una nueva jornada de violencia en el que el vandalismo se infiltró en el movimiento de protesta.

Después del caos de ayer, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, sigue en silencio. Solo escribió un tuit agradeciendo su trabajo a las fuerzas del orden. Las concesiones durante la semana no frenaron la protesta porque los manifestantes no se conforman con la suspensión de las tasas a los carburantes. Exigen menos impuestos, menos recortes, que suba el salario mínimo y las pensiones.

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