Las medidas de seguridad son grandes en el aeropuerto de Ataturk, en Estambul. La policía vigila la zona con fusiles. Los turistas que hoy tenían que coger un avión se muestran nerviosos. Es un golpe para el turismo, como opina un guía, que cree que pasarán años para recuperarse, pese a que hoy trabajan como si nada hubiera pasado.