Qué potencia eléctrica contratar según tu casa y hábitos: cómo evitar pagar de más cada mes
El 63% de los hogares españoles tienen más potencia de la que realmente utilizan
Consejos para que cambiar de compañía de luz merezca la pena y ahorres de verdad
Vivimos tiempos en los que el dinero en nuestro bolsillo tiende a durar menos, con precios al alza, y subidas en las tarifas eléctricas tan impredecibles como persistentes. Por eso precisamente el concepto de la potencia contratada se ha convertido en un elemento clave para la eficiencia y el ahorro doméstico. Y, sin embargo, también es cierto que la factura de la luz y algunos de sus conceptos siguen siendo profundos desconocido para la muchos consumidores.
Elegir mal detalles tan importantes como la potencia contratada puede suponer que paguemos de más cada mes por una energía que ni siquiera utilizamos. Incluso es posible que, si nos vamos al polo opuesto, corramos el riesgo de sufrir cortes de suministro cuando se demanda más de lo contratado.
Más potencia no siempre es mejor: el mito del margen de seguridad
La potencia eléctrica contratada es la cantidad máxima de kilovatios (kW) que puedes utilizar de forma simultánea en tu vivienda. Este dato determina el término fijo de la factura, es decir, lo que pagas cada mes simplemente por tener acceso a la red eléctrica, consumas o no. Un error habitual es pensar que conviene contratar un margen holgado para "ir sobrados", pero según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el 63% de los hogares españoles tienen más potencia de la que realmente utilizan, con un exceso medio de 1,11 kW.
Este sobredimensionamiento se traduce en decenas de euros adicionales al año que podrían evitarse afinando la potencia en el contrato. Por ejemplo, un hogar medio con una potencia de 5,75 kW podría reducirla a 4,6 kW si su uso de electrodomésticos no es simultáneo y, sus sistemas de climatización son eficientes. Las nuevas normativas, que desde 2018 permiten ajustar en tramos de 0,1 kW, facilitan esta optimización tan milimétrica.
Criterios técnicos y hábitos: la fórmula del equilibrio perfecto
Además, hay que tener presente que calcular la potencia adecuada para cada hogar no es un acto de fe, sino el resultado de combinar criterios técnicos y hábitos cotidianos. El punto de partida es hacer un inventario de los principales electrodomésticos que usamos habitualmente y, apuntar sus potencias nominales: vitrocerámica (2-3 kW), horno (2,2 kW), lavadora (2 kW), aire acondicionado (1,5-3,5 kW), termo eléctrico (1,5-2 kW) o cargador de vehículo eléctrico (hasta 7,4 kW). Tras ello se añade un nuevo matiz: no todo funciona a la vez.
Aplicando un factor de simultaneidad, que generalmente se sitúa entre el 0,25 y 0,35 del total de nuestra suma anterior en la mayoría de viviendas, y añadiendo un margen de seguridad de 1 kW, se obtiene la potencia óptima. Así, un hogar que sume 6,5 kW de potencia teórica puede funcionar perfectamente con 3,5 o 4,4 kW dependiendo de sus hábitos: si cocina mientras lava la ropa, si usa el aire acondicionado todo el día o si prioriza el consumo en horas valle.
En la actualidad muchas compañías instalan contadores eléctricos inteligentes, que permiten consultar la curva de carga histórica del hogar. De esta forma es posible saber exactamente cuáles son los picos reales de demanda. También existen herramientas gratuitas como las calculadoras de compañías como Selectra o TotalEnergies, que ofrecen simulaciones bastante precisas del consumo.
Potencia personalizada: ahorro real y eficiencia a medida
Desde la entrada en vigor de las tarifas 2.0TD en 2021, los hogares pueden contratar dos potencias distintas: una para horario punta (de 8 a 24h) y otra para horario valle (de 0 a 8h y fines de semana). Esto permite, por ejemplo, tener una potencia más baja durante el día y una más alta en horario nocturno para aprovechar las tarifas más económicas con electrodomésticos programados o cargar vehículos eléctricos.
El ahorro potencial no es precisamente pequeño. Molestarnos en ajustar la potencia contratada en nuestro hogar puede suponer un ahorro anual de entre 60 y 200 euros, además de reducir la huella energética. No hay que olvidar tampoco que se trata de un cambio reversible y que no necesita de grandes trámites. Un simple informe de consumo, acompañado si es necesario de la supervisión de un electricista autorizado, basta para solicitar la modificación.
