Turismo

Caminito del Rey, en la provincia de Málaga, un éxito de la conservación del patrimonio industrial

El Caminito del Rey tiene más de tres kilómetros de recorrido por pasarelas con un puente colgante a cien metros del suelo. Noticias Cuatro / Imagen: Jorge Sarrión
  • Una infraestructura hidroeléctrica abandonada en Málaga se convierte en un lugar que visitan unos 300.000 turistas cada año

  • En otros lugares como Madrid, el Ayuntamiento destruyó unas históricas cocheras del conocido arquitecto Antonio Palacios

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Las vacaciones llegan a su fin. Muchos habrán optado por la playa, otros por la montaña, o por descubrir enclaves monumentales. Sin embargo, este verano también ha dejado un rastro de daños en dos joyas patrimoniales: la Alhambra y, más recientemente, Las Médulas, en León.

Este último no se puede decir que fuera patrimonio histórico industrial puesto que data de la época romana y anterior a la revolución industrial. Sin embargo, nos habla de cómo se producía el oro en el Imperio Romano. De la misma forma, hay un patrimonio sigue siendo ignorado: el histórico-industrial, vinculado a la historia de los medios de producción.

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No obstante, hay excepciones que demuestran que su conservación es posible, y rentable. Una de ellas está en Málaga. Hablamos del Caminito del Rey, una ruta espectacular que cada año visitan más de 300.000 personas. "Al día recibimos una media de 1.200 visitantes. Pagan entre 10 y 18 euros por la entrada", explica Rocío Parrado, controladora del Caminito del Rey.

Este paso colgado en el desfiladero de los Gaitanes fue originalmente una pasarela de vigilancia para mantener libre el cauce del río Guadalhorce, esencial para el abastecimiento de agua y la producción hidroeléctrica en Málaga. Fue una de las primeras instalaciones de este tipo en España.

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Su nombre actual lo recibió tras ser inaugurado por Alfonso XIII en 1921, aunque en un principio se conocía como "los balconcillos". Pedro Cantalejo, historiador, es una de las personas que más sabe sobre el caminito y que conoce datos curiosos como que para construir las pasarelas dentro del desfiladero se contrataron marineros que estaban en el proceso de pasar de barcos de vela a motor y "estaban acostumbrados a trabajar en altura". Es lo que hoy serían trabajos verticales.

Un legado recuperado en 2014

La pasarela cayó en desuso en 1973, cuando el agua comenzó a canalizarse por una tubería. Pero en 2014, la Diputación de Málaga decidió recuperar este legado con una nueva estructura que sigue el trazado original. Esta vez, sin marineros, pero con ayuda de helicópteros.

La experiencia no es apta para quienes temen a las alturas: son más de tres kilómetros de recorrido por pasarelas con un puente colgante a cien metros del suelo. A pesar de lo vertiginoso, la seguridad está garantizada: "Todo se revisa constantemente y siempre antes de abrir", afirma Rocío.

El éxito del Caminito del Rey demuestra que el patrimonio histórico industrial también atrae turismo, como lo hace la Torre Eiffel en París, que en un principio tras la exposición universal se pensaba desmantelar pero luego sirvió como antena de comunicación en la I Guerra Mundial y se salvó. Construida con fines técnicos, hoy es el monumento más visitado del mundo. En España, salvo contadas excepciones, este patrimonio sigue siendo maltratado o directamente destruido.

Ahí están las minas de oro de Rodalquilar (Almería), con más de cien años de historia, en estado de abandono. O las salinas de Imón, pertenecientes al Ayuntamiento de Sigüenza (Guadalajara). Fueron las más productivas de la península y hoy sus edificios están en situación de derrumbe.

Y el caso más flagrante. En 2021, el Ayuntamiento de Madrid derribó, pese a las sentencias judiciales en contra, las centenarias cocheras del metro de Cuatro Caminos, una obra del arquitecto más importante de la capital, Antonio Palacios.

El caso es que lo que aquí convertimos en escombros, fuera lo valoran. De hecho, el 80% de los visitantes del Caminito del Rey son extranjeros. Vienen buscando experiencias únicas, y las encuentran. ¿Cuántas opiniones como esas habremos perdido al dejar caer nuestro patrimonio histórico industrial?