Prisionero en su propia casa debido al síndrome del Hombre Elefante

Noticias Cuatro 03/11/2013 19:30

Robert, que pesa unos 120 kilos, tiene también problemas de visión y oído, y ha sufrido 74 operaciones. También padece hidrocefalia, epilepsia y gigantismo, lo que significa que, aunque ya mide más de dos metros, sigue creciendo. Y, desde que sufrió meningitis hace tres años, cuando estuvo inconsciente siete semanas, ha sido incapaz de volver a caminar, informa Dailymail.co.uk.

Su familia busca desesperadamente la forma de conseguir 9.500 euros para comprar una nueva silla de ruedas motorizada porque ha crecido demasiado para una silla normal.

Su madre, Rita, de 66 años, explica que sólo ha salido cuatro veces de casa en tres años porque pesa demasiado para que ella le pueda empujar. Rita, que es su principal cuidadora, y también sufre osteoporosis, artritis, colesterol alto y presión arterial, explica que “una silla motorizada transformaría nuestras vidas”. Además observa que “cuanto más tiempo pasa Robert en casa, más depresivo se vuelve”.

Robert nació prematuramente en el Hospital Queen Elizabeth en Norfolk e inmediatamente quedó claro que no estaba bien. “Nació por cesárea y los médicos dijeron que sólo viviría un mes”, señala Rita. A Robert le diagnosticaron hidrocefalia y lo enviaron al hospital Addenbrooke de Cambridge.

Con dos años tuvo que empezar a luchar cuando tuvieron que drenarle fluidos del cerebro. A la edad de 10 años ya tenía una placa de titanio en la cabeza antes de que le diagnosticaran síndrome de Proteus a los 16.

Este síndrome, que afecta a unas 120 personas en todo el mundo, hace que los huesos crezcan desmesuradamente pero de forma asimétrica, por lo que hay partes del cuerpo que no resultan afectadas. Por ejemplo, Robert tiene 21 huesos más en su mano de los que debería tener por lo que sufre fuertes dolores.

“Sus rodillas y codos son también muy grandes y su piel es tan fina que sólo un golpecito hace que se rasgue”, explica Rita.

Tal es el nivel de cuidados que necesita que su madre duerme a su lado en una silla reclinable. “El único respiro que tengo es cuando un cuidador se sienta con Robert tres horas, una vez a la semana”. Sin embargo, “no cambiará a Robert por nada en el mundo, es un gigante amable y muy cariñoso”, señala su madre. “Será maravilloso cuando tengamos la silla”, concluye.