Jamel Myles se suicidó con 9 años: ¿Qué hacer si un menor sufre acoso en la escuela?

Noticias Cuatro 30/08/2018 07:01

Jamel Myles tenía solo nueve años pero mucho valor. Le confesó, con miedo, a su madre, que era gay. Esta le dijo que le querría igual. Entonces James pensó que todo el mundo reaccionaría como ella. En el colegio algunos compañeros le dijero que se matara. La presión debió ser enorme para una persona de tan temprana edad, que había mostrado coraje porque "estaba orgulloso", pero que no pudo soportar el rechazo. No le contó nada a su madre, que se lo encontró muerto. Sin mediar palabra.

Con el dolor aún a rabiar, la madre del pequeño hizo pública la historia para que ningún pequeño sufriera el rechazo por ser como es. La pregunta es si a edades tan tempranas es recomendable exponerse de esas forma en un mundo como el de hoy y en un ambiente donde la crueldad y el bullying son incipientes.

Juan Macías, psicólogo experto en la materia considera que "esta realidad precisa una movilización integral de todos los actores implicados, en primer lugar la visibilidad, toma de conciencia y sensibilización son imprescindibles, obliga a la sociedad en general a tomar partido de forma personalizada y también con la creación de recursos específicos, ayuda al entorno escolar a valorar la necesidad de formación en el profesorado y el desarrollo de protocolos de detección, contención y apoyo ante estas situaciones, a los padres a estar atentos y "atreverse" a hablar y crear canales de comunicación que faciliten al menor el primer paso, poder contar lo que les sucede, en casa, y segundo poder hacerlo en el colegio".

Es importante decir que la homofobía no es una broma, es acoso, es violencia. Según los datos del estudio de COGAM y la FELTB el 43% de las personas que sufren este acoso se plantean el suicidio, el 27% lo hace de forma persistente y de hecho un 17% lo intenta en varias ocasiones. Según este mismo estudio, sólo el 19% de los casos recibieron ayuda del profesorado, y el 82% de las víctimas no informaron a la familia por vergüenza. Los datos van más allá, el 90% de estos casos han recibido acoso por los compañeros/as de clase, pero además un 11% sufrieron este acoso por parte de un profesor.

Recientemente se ha iniciado un espacio llamado #MeQueer dónde personas de todas las nacionalidades cuenta sus experiencias de homofobía. Este acoso va desde gestos y bromas a agresiones, insultos y burlas, aislamiento social... Dentro de todas las opciones, Macías destaca el proyecto It gets better, que cuenta con materiales muy interesantes y con un servicio llamado hora segura, para menores que sufren esta realidad y también asesoría para su familia.

Visi González, coordinadora grupo educación de la FELGTB considera que "el acoso escolar por razones lgtbifóbicas son altos. El alumnado LGTBI debe de sentirse respaldado por toda la comunidad educativa cuando sufre agresiones o acoso escolar por no tener una orientación sexual heteronormativa o por su identidad de género. Es importante que estas agresiones físicas y verbales que están sufriendo dentro de las aulas se denuncien y que los adultos responsables no minimicemos la importancia de las agresiones y seamos conscientes de que las repercusiones que se puedan derivar pueden ser muy graves como podemos ver continuamente".

Para ello los testigos y amigos son vitales. "Está comprobado que los menores que sufren acoso escolar no suelen denunciarlo a la familia o al profesorado y que se suelen apoyar en compañeros, por ello es muy importante trabajar con los testigos de dicho acoso". Son vitales. "La diversidad es un valor que hemos de trabajar en las aulas desde todas las perspectivas y la orientación sexual, la diversidad familiar y la identidad de género están dentro de esa diversidad. El respeto a lo que se sale de la norma es básico trabajarlo dentro del aula".

Niños en desamparo

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) denunció en junio de este año “el estado de desamparo en el que todavía se encuentran en España las niñas y los niños que sufren violencia. En concreto, alertan sobre la mayor vulnerabilidad a la que se enfrentan lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales menores de edad”.

Esta campaña, lanzada junto con Save the Children, que tenía como objetivo sensibilizar la problemática de los menores LGTB, se sumó a otra creada anteriormente por la FELGTB denominada ‘Stop acoso escolar LGTB’. Formada por profesionales y con la colaboración de un grupo de educación, explican los contenidos que aparecen en esta útil herramienta “están diseñados para su aplicación real por parte de los agentes clave implicados”.

Tal y como explican desde esta campaña “el acoso escolar LGTBfóbico es un fenómeno social de violencia entre compañeras y compañeros de clase consistente en la intimidación, el aislamiento, la amenaza, la agresión verbal o física de una persona o grupo por parte de otra persona o grupo”. Pero, ¿qué hacer si existe una sospecha o algún signo de alerta de que un menor sufre acoso?

Ocho puntos para saber qué hacer en estos casos

1.- El menor tiene que ser consciente de que tiene a su lado a gente que le apoye en todo momento.

2.- No hay que forzar al menor a que diga más de lo quiere. “Cada persona tiene su propio proceso de autoceptación y lo cuenta cuando se siente preparada”.

3.- Es importante saber cuáles son los protocolos educativos de la Comunidad Autonómica en la que se reside.

4.- El centro educativo en el que están teniendo lugar el acoso debe tener conocimiento de ello. Se puede hablar con profesores, con orientadores o con la dirección. Tras ello se iniciaría el protocolo contra el acoso escolar.

5.- Hay que pedir al centro que realice un seguimiento de los hechos puestos en conocimientos y además solicitar que se informe del progreso del mismo.

6.- Un punto interesante puede ser la realización de actividades que ayuden a sensibilizar a todos los alumnos sobre la diversidad sexogénerica. Puede solicitarse tal petición al Departamento de Orientación y al AMPA.

7.- Si el problema no cesa se debe acudir a instancias mayores como a Inspección Educativa, a Servicios Sociales o a la Fiscalía de Menores. Ellos se encargarán de tomar medidas pertinentes.

8.- El apoyo psicosocial puede ser de gran ayuda para la víctima y para la familia.

¿Qué hacer en cada curso escolar?

Y es que desde que los menores se encuentran en Infantil, ya son vulnerables a posibles casos de acoso. Por ello, hay que tener mucha comunica ción con ellos para indicarles que si reciben un trato diferente al de resto de los niños (insultos, golpes, reírse de él…) tienen que contárselo a la familia, a las maestras o maestros a todos sus amigos, ya que son los que más pueden ayudar a reconducir la situación.

Si el menor es estudiante de Primaria, pueden existir unos síntomas de estar recibiendo acoso mayor que en Infantil. Pero también existen más opciones para intentar pararlo. Lo fundamental es perder el miedo a contarlo, tanto con los amigos, como con los profesores y con el departamento de orientación; incluso, si se siente cómodo, se puede contar a la familia. Nunca hay que olvidar que existen personas que van a estar a tu lado, ese apoyo es fundamental.

Por su parte, en el Instituto, los problemas que se llegan a generar pueden ser aún mayores, por eso existen más posibilidades sobre qué hacer en casos de acoso escolar LGTB. Es básico, además de todo lo dicho en la anterior etapa, no entrar en actitudes violentas que pueden ser perjudiciales. Además, existen servicios en las Comunidades en donde se puede recibir atención social, psicóloga y legal gratuita y anónima.

También existen unas series de recomendaciones para saber cómo actuar si eres testigo de acoso escolar LGTB. Detectarlo puede costar a veces, aunque si se llega a conocer un caso de este tipo nunca se puede dar de lado, ya que el testigo se convertiría cómplice.

Interesarse por la persona acosada es el primer paso que hay que tomar, ya que así se conocerá cómo está y qué siente él al respecto, algo que puede ayudarle. Una opción, si no se considera peligrosa, puede ser la de hablar con los agresores y decirles que su comportamiento no es divertido.

Los testigos también pueden contárselo a la familia o a los tutores de curso, ya que ellos, como adultos, podrían intentar solucionar el problema de una forma más efectiva. Y además también existen diferentes organizaciones que pueden ayudar. Lo que sí que no hay que hacer nunca es permanecer indiferente. Jamel Myles se sintió solo. Su muerte no debería ser en vano.