Los entresijos del caso Torbe

Malena Guerra 16/06/2016 11:08

Lo único que dice el informe policial sobre el tema es que entre los clientes del negocio de scort y prostitución de Torbe puede haber directores de cine y deportistas de elite. La policía se ha cuidado de no citar en ningún momento a esos futbolistas en sus diligencias. ¿Por qué hablamos en los medios? Pregunta que otra fuente no logra entender, y aclara: “La policía no se atreve a tirar la primera piedra, por qué los periodistas sí”.

Leído el sumario y comprendido con fuentes de la investigación, lo explicamos. Tras analizar las palabras de la chica, la policía no se dedicó a investigar a los clientes. Iban a por Torbe y sus secuaces, intentando desenmascararles y obtener pruebas de las atrocidades a las que TP3 dijo que sometían a las mujeres captadas por la red.

La primera declaración de TP3 (en la que señala a futbolistas) es un tanto difusa. Lo preguntamos y nos lo explican: “Las declaraciones de las víctimas de trata no son lineales”. Al seguir leyendo tomos del sumario, te das cuenta de que la testigo ha sido “novia” de Torbe. Decimos novia con comillas porque fue una de las muchas a las que Torbe dio un estatus distinto a otras aunque también de sometimiento. Torbe ha tenido muchas mujeres a su alrededor y las ha ido usando y cambiando. De hecho cuando la policía localizó a la “novia” actual , les dijo que estaba “feliz porque antes tenía depresiones y con Torbe no”; terrible testimonio. Lo que tienen en común estas mujeres es su vulnerabilidad, y eso es lo que convierte su dependencia de Torbe en involuntaria y en muchos casos en delito (el artículo 187 dice “el explotador que se aproveche de la vulnerabilidad de la víctima”).

Aclarado que TP3 entró de esa manera en las garras de Torbe, podemos entender que el productor de cine porno y proxeneta, según la policía; la sometiera, la obligara y la extorsionara para trabajar para él en las películas porno, o como prostituta de lujo para quienes pedían servicios de scort (viajes a Ibiza, fiestas de lujo, orgías…). También se desprende del sumario que, pasado un tiempo, Torbe y TP3 (identificada a mitad de sumario con su alias porno) acabaran con una bronca económica y la chica saliera por pies de la vida de Torbe al que acusa de deberle dinero. El productor la acusa de lo contrario. Esto explicaría que la testigo fuera a declarar contra Torbe mucho tiempo después, en junio de 2015. Según sus propias palabras “cuando se sintió con fuerzas”. Fue en ese momento cuando dio datos a la policía relevantes y, entre los horrores que describió, contó que Torbe la usaba para su negocio de prostitución y que la obligó a participar en el supuesto encuentro con dos futbolistas en noviembre de 2012.

La declaración ampliatoria que ha hecho TP3 el 6 de mayo de este año ante la policía es muy distinta. Para entonces, ya se había reunido con otras testigos del caso, que había evolucionado policialmente, con escuchas telefónicas y testimonios de mujeres que, siendo menores, vivieron agresiones sexuales y extorsión. En este caso TP3 ya no se mostró imprecisa y ya no dijo que la obligaron y la agredieron los futbolistas. Según consta en la trascripción de esa ampliatoria, TP3 explicó que la obligó Torbe delante de los futbolistas. Pero lo que llama la atención son los WhatsApp que aportó y que supuestamente intercambió con esos dos futbolistas,¡ hace cuatro años! Ella dijo que los guardó en un correo electrónico y que en su primera denuncia hecha en Murcia no los tenía, por eso no los aportó. Los mensajes no están comprobados pero es que un WhatsApp solo puede comprobarse si se accede al terminal del teléfono de origen o del teléfono de destino. Si eso no es posible es imposible determinar que son auténticos y es muy fácil fabricarlos. En esos mensajes, la testigo le sonsaca a uno de los deportistas el nombre de uno de los protagonistas de la cita, pero extrañamente no le da el segundo nombre. También tiene el teléfono de ese futbolista que el primero ha situado supuestamente en el hotel de Madrid y le saca el nombre del primero, del que dice paga el encuentro. Todo en unas conversaciones que ella asegura fingidas para sacarles información. El problema es que no se entiende de dónde saca los números de teléfono y cómo es posible que el hombre que presuntamente la agrede, obliga y amenaza, no se quedé traspuesto cuando recibe un mensaje de su víctima. Eso llama la atención de los agentes que intuyen entre líneas que se conocen porque los deportistas hablan con ella con cierta naturalidad. La policía no se planteó investigar si la conversación estaba trucada, alterada o no era cierta. La brigada decidió no llamar a declarar a los presuntos futbolistas porque entendieron que no había datos para acusarlos de ningún delito, ni datos que justificaran una exposición tan dañina ante la opinión pública. El juez ha oído a la testigo, tampoco ha propuesto un estudio de teléfonos que cuatro años después resultaría casi imposible porque los WhatsApp no se almacenan como los mensajes de texto, y tampoco ha llamado a declarar a los deportistas, de momento. Delicada decisión la que debe tomar.