Los comicios del pasado domingo no fueron más que unas primarias en Argentina, pero la derrota del presidente, Mauricio Macri, fue tal que, aunque los verdaderas elecciones son en octubre, las posibilidades de que Macri revierta el resultado son mínimas.
Los argentinos castigaron a un presidente que, nada más llegar a la casa rosada, se centró en los datos macroeconómicos, negoció con el FMI un crédito sin precedentes, e impuso unas medidas de ajuste que supusieron todo un castigo para las clases medias.
Los votantes devolvieron la victoria al Kichnerismo, con Alberto Fernández a la cabeza y Cristina Fernández de Kichener de candidata a la vicepresidencia. Algo que ha supuesto todo un terremoto en los mercados.
La semana en Argentina ha sido de infarto en términos económicos: un peso desplomado frente al dólar, los precios en una subida imparable y con signos de desabastecimiento en los mercados.
Ante esta situación los argentinos salen a las calles para protestar, y Macri intenta poner freno al descalabro. Para ello, pone en marcha medidas de alivio económico para la clase media: Baja el IVA de los alimentos básicos, congela el precio de la gasolina, reduce el impuesto de la renta y da pagas extras a los funcionarios.
Pero el sábado, con la dimisión del ministro de Hacienda, las economía se vuelve a resentir. Habrá que ver cómo reaccionan las bolsas y la economía argentina, en zona de riesgo permanente.