El vuelo de Cubana de Aviación despegó del Aeropuerto de José Martí, en La Habana, rumbo a Holguín, en el oeste de Cuba. Acababa de despegar cuando la aeronave, un Boeing 737 que había pasado la revisión hace solo 6 meses, se precipitó contra el suelo. Algunos testigos aseguraron que el avión no había cogido altura y que el piloto, al ver las casas de una población cercana, giró y se chocó contra unos cables de alta tensión.
Hasta el lugar del siniestro se acercaron cuerpos de seguridad, bomberos y ambulancias y los vecinos de la zona; fueron ellos, precisamente, los primeros en llegar al lugar del accidente para socorrer a las víctimas.
En el avión viajaban 105 personas, cinco de ellos eran niños, uno no llegaba a los dos años de edad. Más de un centenar de personas han fallecido, pero en medio de la tragedia hay un hueco para la esperanza: tres mujeres han sobrevivido, están hospitalizadas, en estado crítico pero estables.
Un dramático accidente cuyas causas aún se desconocen aunque ya se están investigando. El gobierno cubano ha decretado dos días de luto oficial.