Para Santi Rodríguez, el problema no es tener poco espacio para vivir, sino la falta de imaginación. El cómico ha contado en su monólogo que su edificio es tan pequeño que en el ascensor sólo caben dos personas, y abrazadas. Y en su piso caben tan pocos muebles que tiene medio taburete: los lunes, miércoles y viernes apoya un cachete y, el resto, el otro.