Ricardo Martino, experto en cuidados paliativos infantiles: “Los niños nos muestran nuestra fragilidad y dependencia”
El jefe de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Niño Jesús de Madrid destaca que los niños con enfermedades terminales “son sus maestros”
Explica que es “bueno” que los niños vean sufrir a sus padres por su enfermedad, porque les enseña a ser conscientes de su propia vulnerabilidad
El doctor Ricardo Martino, jefe de la Unidad de Atención Integral Paliativa Pediátrica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, revela la profunda lección que los niños ofrecen sobre la vida, la vulnerabilidad y la muerte.
En una entrevista con Noticias Cuatro, enfatizó que los cuidados paliativos en general no deben relacionarse solo con el final de la vida. "La mayor parte de los días estamos vivos y solo uno de ellos nos moriremos". Nuestro trabajo, señaló, es ayudar a los niños a vivir bien.
Ricardo Martino explicó que la mayoría de los niños en paliativos no sufren de cáncer, contrariamente a la percepción social común, sino enfermedades con las que nacen o que se diagnostican en los primeros años de vida.
Martino sostiene que los niños son "nuestros maestros". “Los niños nos muestran nuestra fragilidad y dependencia”, explica. “Al observarlos se aprende que la fragilidad es una condición esencial del ser humano, lo que inevitablemente genera una dependencia esencial”. La dependencia, subraya, no es una prestación de servicios sociales, sino una condición intrínseca.
El pediatra explica que es bueno que los hijos vean sufrir a sus padres. “Eso nos ayuda a ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad. No podemos vender a nuestros hijos que vivimos en una burbuja y el mundo es estupendo porque no es una realidad. Si no lo hacemos, no les estaremos preparando para el futuro, para afrontar las frustraciones, para superar los miedos, las dificultades”.
Concepto fundamental en esta especialidad es que el niño es una persona. Aunque parezca obvio, esto implica que se debe considerar su sufrimiento integral, que va más allá de la enfermedad, incluyendo el miedo, la soledad o el estar lejos de sus seres queridos y su hogar.
Respecto a las preguntas sobre la muerte, el especialista explicó que, si un niño o adolescente pregunta "¿Me voy a morir?" o "¿Cuánto me queda de vida?", es esencial responder con otra pregunta, indagando qué es lo que realmente les preocupa. La respuesta debe estar adaptada a la dimensión de la pregunta y la edad.
Los niños tienen menos problemas con la muerte que los adultos, y sus inquietudes a menudo giran en torno a temas concretos, como si el proceso les dolerá o quién cuidará de sus juguetes o de su perro.
Por último, Ricardo Martino advirtió sobre el peligro de la obstinación terapéutica (o encarnizamiento terapéutico), que definió coloquialmente como "maltrato infantil". Este extremo ocurre cuando los profesionales, por su propio sufrimiento o por no poder aceptar la incurabilidad, ofrecen tratamientos que no buscan curar y que, de hecho, causan daño al niño.
El doctor Martino reconoció que cree en la vida eterna y que esa fe le proporciona tranquilidad y hace que el difícil trabajo sea "mucho más sostenible", sabiendo que no todo depende de sus propias fuerzas, sino que hay "un Dios que nos cuida o que nos guía".
