Educación

Guía para usar adecuadamente el control parental sin impedir que tus hijos aprendan a autogestionarse

Lo importante es enseñar a los hijos a gestionar su tiempo. Freepik
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Muchos padres se están enfrentando a un dilema: proteger a sus hijos de los riesgos online o permitirles explorar y aprender por sí mismos. El control parental, esa herramienta que permite filtrar contenidos, limitar el tiempo de uso o supervisar lo que hacen en internet, puede ser una gran ayuda, pero si se utiliza mal, se convierte en una barrera al desarrollo de la responsabilidad y la autonomía.

No hay que eliminar el control, sino usarlo con sentido educativo, ajustar su intensidad según la edad, acompañar con diálogo y disminuirlo progresivamente. El objetivo debe ser acompañar a los hijos hasta que ellos puedan ser capaces de autogestionarse.

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Qué papel cumple el control parental hoy

Los controles parentales son herramientas diseñadas para filtrar contenido inadecuado, limitar el tiempo frente a pantallas, restringir comunicaciones con desconocidos o bloquear determinadas aplicaciones. Se trata de un complemento para proteger a los menores, pero siempre utilizados con supervisión.

Estudios recientes en el ámbito del “digital parenting” señalan que, al inicio, muchos padres aplican controles estrictos, pero pocas veces combinan esos límites con educación digital activa. O lo que es lo mismo, explicar por qué existen restricciones, hacer uso conjunto de dispositivos o revisar ciertas decisiones con sus hijos. Además, algunas investigaciones señalan que métodos puramente restrictivos como una vigilancia rápida pueden generar desconfianza, sensación de vigilancia invasiva o resistencia por parte de los adolescentes.

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Muchas familias adoptan estas herramientas con unas expectativas muy altas, pero encuentran que no siempre cumplen sus objetivos o presentan limitaciones técnicas. Por lo que, el control parental debe pensarse como una herramienta de apoyo temporal, pero no un sustituto del acompañamiento educativo.

Los riesgos de aplicar un control excesivo

Aunque la intención sea buena, un uso demasiado rígido del control parental puede generar efectos contraproducentes: si los niños no practican qué decisiones deben tomar bajo supervisión, no van a poder desarrollar las habilidades para autorregularse más adelante. Por otro lado, cuanto mayor es el nivel de supervisión, más probable es que el menor encuentre las maneras de evadirla o esconder qué hace en Internet a sus padres.

Hay que tener en cuenta que los adolescentes son muy recelosos con su intimidad y la valoran mucho, si sienten que están siendo espiados sin explicación alguna, puede que la confianza y las relaciones familiares se vean afectadas.

Por último, hay que saber que algunos softwares de control parental presentan vulnerabilidades. Algunos pueden contener fallos de seguridad y no funcionar correctamente. Debido a esto, es importante que existan límites razonables, transparencia con los hijos y un plan para retirarlo progresivamente.

Mejores prácticas para un control parental consciente

Empezar con diálogo y transparencia

Antes de comenzar a activar filtros o límites, hay que hablar con los niños. Explicarles por qué se van a aplicar esos filtros, explicarles cuáles son los límites, qué riesgos existen y por qué deben ser acompañados. No hay que castigar, se les debe involucrar en las decisiones para que comiencen a tener sentido de la justicia y responsabilidad.

Adaptar el control a la edad y madurez

Lo que para un niño de 8 años es necesario, no lo es para un adolescente de 15. Según va creciendo, el nivel de supervisión debe disminuir. Permitir que ellos poco a poco vayan sabiendo autogestionarse y aunque su espacio continúe siendo controlado, eso fortalecerá la confianza.

Usar el control parental como un “apoyo escalonado”

No todo debe estar bloqueado ni supervisado desde el comienzo. Se pueden permitir ciertas zonas seguras como apps educativas o plataformas autorizadas, mientras sí que se restringe lo desconocido. Con el tiempo, se va ampliando el margen según va demostrando más responsabilidad.

Siempre hay que combinar este control con mediación activa

Los expertos distinguen entre control restrictivo y mediación activa. La mediación activa es conversar, revisar juntos lo que consumen, reflexionar sobre los riesgos y estar disponible para dudas. La combinación de ambos es mucho más eficaz que solo bloquear.

Revisar periódicamente los ajustes del control parental

Tanto el software como los intereses del niño van cambiando. Es muy aconsejable revisar cada cierto tiempo los filtros, los horarios que se permiten y la intensidad del control para que se vaya acomodando a su crecimiento.

Enseñar progresivamente la autorregulación

El objetivo final no es mantener el control para siempre, sino que el niño aprenda a gestionar su tiempo, reconocer riesgos, moderar el uso y saber cuándo es hora de desconectarse. Se pueden utilizar “etapas de confianza” donde se les da más libertad si demuestra responsabilidad.

Escoger herramientas seguras y confiables

Optar por apps de control parental conocidas, siempre con buenas reseñas, transparencia en sus políticas de privacidad y cumplimiento con regulaciones. Evitar apps oscuras que se instalen ocultas, ya que pueden vulnerar la privacidad y la seguridad del menor.

Crear un contrato digital familiar

Se puede plasmar en un acuerdo los tiempos permitidos, qué tipo de contenido se acepta y las consecuencias de cruzar la línea. Ese contrato debe elaborarse juntos, alineando expectativas, evitando sorpresas y facilitando que el control no se sienta arbitrario.