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Gasolina, diésel, eléctrico o gas: cómo elegir coche, según los kilómetros que haces y tu perfil de conductor

Un coche eléctrico en su punto de carga. Unsplash
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Cuando llega el momento de comprar coche, la pregunta decisiva no es solo “¿de qué marca?” sino “¿con qué energía funciona?”. La elección entre gasolina, diésel, eléctrico o gas (GLP/GNC) ya no depende solo de emisiones, sino que debe adaptarse a lo que realmente haces cada día. ¿Haces pocos kilómetros? ¿recorres autopistas? ¿vives en ciudad? Aquí tienes una guía práctica para elegir con cabeza.

La importancia del coste por kilómetro

En la práctica, uno de los primeros datos a comparar es cuánto cuesta moverse cien kilómetros con cada forma de energía. Para nuestro país, los vehículos de gasolina tienen un coste medio de 9,23€ cada 100 km, mientras que los diésel rondan los 6,90€ con el precio del carburante vigente. 

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El coche eléctrico, por su parte, sale mucho más barato cuando cargas en casa. Si se aplican tarifas con precio valle-según horario, esos 100 km pueden costar solamente entre 1,53€ y 2,55€, dependiendo del horario y la tarifa eléctrica. Si se usa carga rápida pública, el coste puede subir hasta 7,65€. 

Esto nos deja una conclusión clara: cuantos más kilómetros hagas regularmente, más sentido tiene apostar por un coche eléctrico, siempre que tengas posibilidad de realizar su recarga de forma doméstica.

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Mantenimiento: ‘menos piezas’ implica menos sorpresas

Una de las ventajas más claras de los coches eléctricos es que su mecánica es mucho más simple. No tienen motor de combustión, no necesitan cambios de aceite, filtro de combustible o bujías, y muchos problemas sufridos en los vehículos térmicos quedan fuera. 

Según estimaciones de expertos, el coste de mantenimiento de un vehículo eléctrico puede llegar a suponer hasta un 30% menos que el de un coche de gasolina, considerando revisiones, piezas y desgaste general. 

Además, comparativas recientes indican que el coste por kilómetro del coche eléctrico puede ser un 42% menor que el de uno de gasolina, incluyendo el impacto del mantenimiento, frenos y otros componentes. Estas diferencias se amplifican cuanto más uses el coche.

Ventajas y límites del gas (GLP / GNC)

El gas como alternativa (GLP o GNC) supone un punto intermedio. Los coches a gas tienen la gran ventaja de que el combustible es más barato que la gasolina, lo que reduce los costes por kilómetro. 

No obstante, la disponibilidad de estaciones de recarga es mucho más limitada: en España hay unas 600 estaciones GLP frente a un número mucho menor de puntos GNC. De hecho, se advierte que el GNC ha sufrido subidas de precio recientes, lo que ha reducido su ventaja frente a los combustibles tradicionales. 

Asimismo, para usar gas, a menudo el vehículo debe ser bi‑fuel (gas + gasolina) y eso implica mayor complejidad técnica.

¿Cuándo es mejor cada opción?

Si tus trayectos diarios son cortos, la recarga en casa es viable y cargas el coche mayoritariamente en horario valle, el eléctrico es casi imbatible: costes muy bajos por kilómetro y mantenimiento mínimo. Las ayudas estatales y regionales (como el Plan MOVES III) pueden facilitar la inversión inicial.

Si haces muchos kilómetros al año, por autopista, el diésel puede seguir siendo una opción razonable, aunque con costes de combustible crecientes.

La gasolina suele tener sentido cuando haces uso mixto: ciudad + trayectos ocasionales largos, y si no tienes acceso fácil a recarga eléctrica o estaciones de gas.

El gas puede funcionar bien si tu ruta habitual incluye estaciones GLP/GNC, si tu coche puede adaptarse, y si buscas una alternativa intermedia entre gasolina normal y eléctrico, asumiendo ciertas limitaciones en infraestructura.

Más allá del gasto: impuestos, restricciones y valor de reventa

Un coche eléctrico también suele tener ventajas fiscales: muchas comunidades eximen la matriculación, ofrecen bonificaciones en el impuesto de circulación y permiten acceso sin restricciones a zonas de bajas emisiones. 

Y si te preguntas por el valor residual de esos coches, algunas fuentes indican que gracias al interés creciente por la movilidad eléctrica, la demanda usada puede sostener precios. 

Eso sí: la inversión inicial de los eléctricos sigue siendo superior incluso con subvenciones. En muchos casos, los eléctricos cuestan entre 5.000 y más de 18.000€ más que su versión de gasolina equivalente. Por eso, quien hace pocos kilómetros quizá tarde más en amortizar esa diferencia.