Educación

'Edutubers' e 'Insta-profes': cómo enseñar a tus hijos si son divulgadores fiables o solo buscan likes

No todos los divulgadores son igual de rigurosos
No todos los divulgadores son igual de rigurosos. Freepik
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En casa, en el instituto y hasta en los ratos libres en el autobús, cada vez más niños y adolescentes recurren a YouTube, Instagram o TikTok para resolver dudas de cualquier asignatura, aprender algo nuevo o practicar idiomas. Los protagonistas de este fenómeno son los llamados “edutubers” o “insta-profes”, divulgadores que han convertido las redes sociales en una gigantesca aula.

Algunos nombres son referencia como Jaime Altozano, con sus explicaciones musicales, QuantumFracture, con su divulgación científica o el canal de David Calle, que llegó a ser finalista del Global Teacher Prize. Otros son profesores de secundaria que aprovechan Instagram o TikTok para acercar la física, la literatura o la biología a un público más joven.

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Pero junto a estos profesionales, también proliferan perfiles mucho menos rigurosos, en los que se prioriza la acumulación de “me gusta” y visualizaciones a ofrecer un contenido de calidad. La pregunta es: ¿cómo se puede distinguir a un buen divulgador de un simple generador de clics?

El auge de la educación en redes sociales

YouTube es la segunda plataforma más usada por jóvenes de 16 a 24 años en España, solo detrás de WhatsApp. TikTok se coloca la tercera aplicación más descargada del mundo y su algoritmo beneficia a los vídeos cortos, dinámicos y altamente visuales.

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La educación no ha quedado fuera de esta tendencia. De hecho, la pandemia de la Covid-19 aceleró el consumo de contenidos educativos digitales: una encuesta realizada por la UNESCO reveló que más del 70% de los estudiantes del mundo utilizaron plataformas online para aprender durante el confinamiento. Hoy, millones de adolescentes combinan sus clases presenciales con tutoriales de YouTube, reels de Instagram y vídeos de TikTok.

Cómo distinguir un divulgador fiable de uno que solo busca likes

Diferenciar a un divulgador riguroso de otro que solo busca clics puede resultar complicado, sobre todo para niños y adolescentes. Sin embargo, hay varias señales que ayudan a saber si detrás de un perfil hay un verdadero trabajo educativo o sencillamente entretenimiento disfrazado de enseñanza.

El primer aspecto que hay que observar es la formación y trayectoria del creador. No se trata de exigir que todos los “edutubers” sean catedráticos, pero sí que conviene comprobar si se tienen estudios o experiencia en la materia que explican. Por ejemplo, David Calle (Unicoos) es ingeniero y profesor de matemáticas, Sandra Ortonobes (La Hiperactina) es biomédica y divulgadora científica, o Elena Herraiz (Linguriosa) es profesora de castellano y divulgadora lingüística. Ellos muestran como la credibilidad se apoya en una base sólida. Frente a estos perfiles, abundan otros que hablan de cualquier tema sin especialización, algo que incrementa mucho el riesgo de cometer errores.

Otro criterio esencial es la transparencia de las fuentes. Un divulgador fiable cita estudios, menciona instituciones o recomienda bibliografía adicional. Esto hace que los jóvenes puedan contrastar la información y fomenta su pensamiento crítico. Canales como QuantumFracture o Derivando destacan precisamente por explicar de dónde provienen sus datos y animan a su audiencia a continuar investigando.

También es importante valorar la profundidad y claridad de las explicaciones. Los buenos “edutubers” consiguen simplificar sin caer en la banalización. Son capaces de convertir temas complejos en accesibles, pero no los reducen a frases pegadizas y vacías.

Un detalle cada vez más relevante es la consistencia del contenido. Cuando son perfiles que publican con regularidad, mantienen un estilo coherente y evitan cambios bruscos hacia temas sensacionalistas suelen ser mucho más fiables que otros que aprovechan cualquier polémica para crear contenido, como pasar de explicar historia a difundir teorías conspiratorias porque tiene un mayor engagement.

También conviene fijarse en el reconocimiento externo: si hay colaboraciones con instituciones, menciones en medios especializados o premios en el ámbito educativo. Estas son señales de que el divulgador es respetado por la comunidad académica.

Los “edutubers” tienen un lado positivo: acercan el aprendizaje a los jóvenes de una manera accesible, gratuita y atractiva. Saben cómo utilizar los formatos breves y visuales para captar su atención, utilizan un lenguaje cercano y ejemplos cotidianos que hacen más sencilla la comprensión de conceptos complejos, por lo que muchos estudiantes los utilizan como complemento a la escuela para repasar o reforzar asignaturas. Además, ellos son capaces de motivar a los alumnos y aumentan el interés por materias que en clase resultan más complicadas o aburridas, convirtiéndose en unos valiosos aliados del aprendizaje digital.

Por lo que, es muy importante enseñar a los niños y adolescentes a poder distinguir entre un creador educativo que realmente aporta valor y del que pueden aprender, de otro que solo busca visitas, es parte de la alfabetización digital actual. No se trata de prohibir que consuman contenidos en redes, sino de darles las herramientas para que ellos puedan distinguir un contenido de calidad de uno falso y que solo busca likes.