Educación

Señales para identificar a los padres tóxicos y cómo evitar los errores más comunes con los hijos

Detectar conductas tóxicas en la crianza es fundamental. Freepik
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Para muchas personas, la familia y la relación con sus padres es algo fundamental en su vida, para otros esta relación puede ser muy diferente por ciertas conductas desde la infancia. En algunos casos, ciertos patrones de comportamiento se repiten hasta el punto de convertirse en dinámicas perjudiciales y persistentes que pueden afectar a los hijos. Esto se considera conductas parentales tóxicas.

En muchas ocasiones, estas conductas no son tan evidentes como un castigo físico o un grito. La toxicidad puede esconderse tras gestos mucho más sutiles como un comentario despectivo recurrente, un control excesivo disfrazado de protección, invalidación constante de emociones o manipulación afectiva. Muchos padres lo hacen sin darse cuenta, ya que fueron educados de una manera similar.

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¿Qué caracteriza a la crianza tóxica?

La crianza tóxica no se define por un error puntual o por una mala reacción que cualquier padre o madre puede tener en un momento de estrés. Se tratan de patrones de comportamiento repetidos y persistentes los cuales tienen capacidad de deteriorar el bienestar emocional y psicológico de los hijos. Este tipo de dinámicas pueden presentarse de una manera evidente o encubierta, y en la mayoría de los casos, se mantienen de forma inconsciente transmitiéndose de generación en generación.

Características más comunes de la crianza tóxica

Alta reactividad emocional

Algunos padres o madres reaccionan de una manera desproporcionada ante pequeñas equivocaciones o desacuerdos que puedan haber entre ellos y sus hijos. Esto crea un clima de tensión constante, donde el niño vive siempre en alerta y teme provocar una explosión de ira o enfado.

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Críticas recurrentes e invalidación emocional

Algunos comentarios pueden menospreciar los logros que han conseguido o ridiculizan las emociones que pueda sentir el niño. Algunas frases que aparentemente se dicen sin maldad como “no llores por tonterías” o “eso no es para tanto” pueden hacer mucho daño a un niño que se siente vulnerable. Este patrón puede minar la autoestima y enseñar al menor que sus sentimientos no valen nada.

Control y sobreprotección extremos

En ocasiones, hay padres y madres que limitan mucho la autonomía de sus hijos con la excusa de que los están protegiendo. En muchos casos se les impide tomar decisiones acordes a su edad o tienen la necesidad de saber en todo momento qué están haciendo y con quien. Esto hace que el niño tenga más dificultades en desarrollar autoconfianza y habilidades para manejar su vida de manera autónoma e independiente.

Manipulación excesiva

Utilizar la culpa, el silencio o el chantaje emocional con frases como “si me quisieras, lo harías” para obtener la obediencia del niño solamente provoca que el niño aprenda a que sus emociones son menos importantes que las de los demás, aunque sea en perjuicio de su bienestar.

Negligencia emocional

La falta de atención, escucha o apoyo afectivo pueden hacer que ese niño se sienta invisible y poco importante. No tiene nada que ver con satisfacer sus necesidades materiales, las cuales suelen estar cubiertas. Al experimentar esto el menor puede afectar mucho a su sentido de pertenencia y seguridad emocional.

Comunicación basada en el miedo

En muchos hogares, es muy común gritar frecuentemente, amenazar o hacer gestos intimidatorios para conseguir que el niño cumpla con las reglas. Esta manera de comunicarse erosiona gravemente el vínculo entre el niño y sus padres, y sustituye el respeto mutuo por una obediencia por temor a las consecuencias.

Cómo corregir errores comunes de crianza que pueden llegar a ser tóxicos

No todos los comportamientos que generan efectos negativos en los hijos tienen una intención de hacer daño. Muchas veces se trata de errores que se repiten por desconocimiento, cansancio o por reproducir patrones heredados. Pero, si estas conductas se vuelven frecuentes pueden convertirse en dinámicas tóxicas.

Fomentar un estilo de crianza democrático

Este modelo de crianza positiva combina calidez afectiva, límites claros, escucha activa y explicación de motivos y consecuencias. Este enfoque ayuda mucho a mejorar el rendimiento escolar, la autoestima y la estabilidad emocional.

Validación emocional

Para que un niño pueda crecer emocionalmente sano, se debe permitir que pueda expresar sus emociones y sentirse escuchado. No se trata de tener que aceptar todo, pero sí de validar sus sentimientos y que entienda que lo que siente importa. De esta manera se le ayuda a desarrollar empatía y regulación emocional.

Evitar modelos tóxicos en pareja

Los hijos suelen aprender observando la relación que tienen entre sí sus padres. Por lo que es esencial evitar gritos, desprecios o críticas entre ellos. Esto es fundamental para que puedan tener un entorno sano y constructivo.

Cultivar la autoestima con refuerzo positivo

Dejar a un lado las comparaciones o críticas y sustituirlo por reconocer el esfuerzo que ha hecho el niño en realizar o conseguir algo. Aunque se trate de pequeñas conquistas, eso fortalece mucho el autoconcepto del niño y refuerza patrones positivos de aprendizaje.

Reconocer límites y buscar ayuda

Si detectar patrones tóxicos puede resultar complejo para los padres, o se siente que hay una tensión emocional alta, se recomienda pedir ayuda y acudir a terapia familiar o a grupos de crianza responsable. Esto puede ayudar mucho a restablecer la calma en casa y mejorar las dinámicas familiares.