Factores como las diferencias hormonales, inmunológicas y genéticas hacen que el sexo masculino sea más vulnerable a enfermedades cardiovasculares, infecciosas o metabólicas
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En los últimos años, los avances en salud pública y medicina han hecho que la esperanza de vida aumente a nivel global. Sin embargo, una investigación reciente ha señalado que los hombres tienen más posibilidades de enfermarse que las mujeres a lo largo de su vida. Las diferencias biológicas, hormonales, inmunológicas y sociales explican en gran parte esta disparidad, que impacta en la esperanza de vida y en la calidad de salud general del sexo masculino.
Una brecha de salud que empieza desde el nacimiento
Los hombres, según varios estudios, tienen una mayor propensión a enfermar, padecer complicaciones y morir antes que las mujeres en prácticamente edades y condiciones similares.
El informe más reciente que respalda esta afirmación ha sido publicado en 2025 por un consorcio internacional de científicos liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad de Harvard. Este estudio se ha basado en más de 2,5 millones de historias clínicas electrónicas de 21 países, donde se incluye España. Este estudio analiza los datos de salud recogidos durante más de dos décadas, y arroja una conclusión clara: en promedio, los hombres son más vulnerables a infecciones, enfermedades cardiovasculares, cánceres y trastornos metabólicos que las mujeres, incluso aunque éstos ajusten sus hábitos de vida.
Diferencias inmunológicas entre hombres y mujeres
Una de las explicaciones más consistentes y contrastadas por la ciencia tiene mucho que ver con el sistema inmunitario. Estudios inmunitarios han demostrado que las mujeres suelen tener una respuesta inmunológica más fuerte y eficiente frente a virus, bacterias y otros patógenos. Esta mayor capacidad de respuesta está relacionada principalmente con los estrógenos, las hormonas sexuales femeninas, que potencian la activación de las células inmunes como los linfocitos T y B. Por otro lado, las mujeres poseen dos cromosomas X, frente a los hombres que solo tienen uno, lo que también contribuye a una mayor diversidad genética y funcional de sus defensas.
Esta superioridad inmunológica se traduce en que las mujeres tienen menos probabilidades de desarrollar infecciones respiratorias graves, menos complicaciones por gripe, y una mayor capacidad de respuesta a vacunas, entre las que se incluye la de la COVID-19. Un metaanálisis publicado en 2024 concluyó que los hombres tienen entre un 30 y un 50% más de probabilidades de ser hospitalizados por infecciones virales comunes.
No obstante, esta ventaja inmunológica también tiene un precio: las mujeres tienen una mayor predisposición a enfermedades autoinmunes como son el lupus, la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple, patologías donde el sistema inmunitario se vuelve en contra de su propio cuerpo. Aún así, en términos generales, la inmunidad femenina representa un escudo protector que contribuye a una mejor salud global.
Hormonas, genética y envejecimiento
Las diferencias hormonales no solo afectan al sistema inmune. También influyen en la forma en que el cuerpo masculino y femenino reaccionan ante enfermedades crónicas y el envejecimiento. Un ejemplo serían los estrógenos, éstos tienen un efecto protector sobre el sistema cardiovascular, ya que contribuyen a mantener bajos los niveles de colesterol LDL, el llamado colesterol malo, y mejoran la elasticidad de los vasos sanguíneos. Por otro lado, la testosterona, la hormona que predomina en los hombres, se ha relacionado con un mayor riesgo de hipertensión y enfermedades coronarias.
La diferencia se vuelve aún más evidente a partir de la mediana edad. Mientras que las mujeres posmenopáusicas comienzan a perder parte de su protección hormonal, los hombres acumulan una mayor carga de factores de riesgo desde edades más tempranas: presión arterial elevada, niveles más altos de triglicéridos, obesidad abdominal y una mayor resistencia a la insulina. Todos estos factores explicarían por qué la esperanza de vida de los hombres sigue siendo más baja: en España se sitúa, según el INE, en 80,5 años frente a los 86,2 de las mujeres.
Además, estudios de genética comparativa han encontrado que algunos genes ligados al cromosoma X actúan como reguladores clave de funciones celulares, los cuales protegen las células del envejecimiento. Dado que los hombres solo tienen un cromosoma X, son más vulnerables a ciertas mutaciones o defectos genéticos que las mujeres.
Conductas de riesgo y cultura de la masculinidad
Más allá de las diferencias biológicas que puedan darse entre hombres y mujeres, el estilo de vida también tiene un peso muy grande en la mayor incidencia de enfermedades de hombres. Generalmente, los hombres tienden a adoptar más conductas de riesgo que las mujeres: fuman más, consumen más alcohol, practican menos ejercicio físico, tienen dietas menos equilibradas y acuden con menor frecuencia al médico, sobre todo en etapas iniciales de la enfermedad.
El llamado “sesgo de la masculinidad” ha sido también ampliamente estudiado en sociología de la salud. Muchos hombres aún sienten que deben mostrarse fuertes, autosuficientes o resistentes al dolor. Estas conductas les llevan a minimizar síntomas o evitar revisiones médicas. Esta actitud puede tener consecuencias graves, como el diagnóstico tardío de enfermedades que pueden resultar graves.
Asimismo, los hombres son más propensos a trabajar en empleos de riesgo físico o químico, como puede ser la construcción, la industria pesada o el transporte. Esto también contribuye a que estén expuestos a accidentes laborales, estrés crónico o sustancias tóxicas que impactan en la salud a largo plazo.


