Ainhoa sufrió acoso escolar y la terapia con animales le salvó la vida: “Perdí las ganas de vivir”

Ainhoa cuenta que con 8 años empezó a sufrir acoso escolar lo que desencadenó en un trastorno de la conducta alimentaria
Ningún tratamiento le funcionó hasta que descubrió la terapia con animales
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El 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar, un problema que afecta al 6% de los estudiantes y que asciende al 10% en el caso del ciberacoso. Según informan Ana García Quesada y Lorelei Esteban en el vídeo, un acoso que se manifiesta en problemas físicos como dolores de cabeza, en problemas de sueño o trastornos de la conducta alimentaria. Este fue el caso de Ainhoa , que con 8 años empezó a sufrir bullying en el colegio. Ella misma cuenta en Noticias Cuatro su historia y como la terapia con animales le salvó la vida.
El acoso escolar afecta al 6% de los estudiantes, una cifra que asciende al 10% si hablamos de ciberacoso. Según los pediatras, el acoso se puede manifestar en forma de problemas físicos como dolores abdominales recurrentes, nauseas o dolores de cabeza frecuentes. Además, se puede hacer visible con problemas de sueño, problemas alimenticios como la anorexia o la bulimia o bajada de las defensas por culpa del estrés. Todo esto son señales a las que los padres deben estar atentos para saber que sus hijos están sufriendo esta situación.
Es el caso de Ainhoa , que con 18 años y puede decir bien alto que ha logrado salir a salvo del bullying, “soy Noy mi perrita Brave y el contacto con los perros me ha dado luz en el camino de oscuridad”.
Ainhoa entró en esa oscuridad a los 8 años. “En el colegio, a los niños de la clase no les gustaba mi aspecto físico y me tiraban al suelo o me pegaban”, cuenta.
Un acoso escolar que tuvo consecuencias para ella a largo plazo. “Cuando tuve 13 años desencadenó en un trastorno de la conducta alimentaria”, explica, “que a día de hoy todavía estoy tratando”.
Ainhoa precisó terapia psicológica y fármacos para levantar cabeza. “Yo perdí las ganas de vivir e intenté quitarme la vida en varias ocasiones”, confiesa.
Ningún tratamiento le funcionó hasta que descubrió la terapia con animales. “Me di cuenta de que tenía un día muy malo y era el día que venían los perros y a mí se me iluminaba la cara y era como que todo ese dolor se guardaba un poco en un rincón y no aparecía”, afirma.
“Tenemos que pensar que los perros nos aceptan incondicionalmente”, explica Maribel Villa, responsable de terapias caninas, “son una fuente de confianza, generan seguridad y por ejemplo, en personas como AinhoaAinhoa , que se sienten inseguras, empiezan a creerse que realmente no son válidas, trabajar con perros muchas veces hace que su autoestima suba”.
Ahora, sus padres le han regalado a su perrita, a la que ha llamado Brave, valiente, porque ella le ha dado ese valor que necesitaba para vivir.
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