Los tribunales paran la eutanasia de Francesc por la oposición de su padre: “La vida es mía, de nadie más”

La historia de Francesc y su deseo de dejar de sufrir
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Tras conocer el caso de Noelia, la joven de 24 años que solicitó la eutanasia ante la oposición de su padre, un nuevo caso sale a relucir. Con 55 años, cuatro ictus y dos infartos a sus espaldas, Francesc expresa su deseo de dejar de sufrir. Según informa Marina Pérez en el video, tras haberse aprobado su eutanasia, esta se encuentra paralizada en los tribunales como consecuencia de la oposición de su progenitor

Francesc arrastra dolor y secuelas físicas y psicológicas desde hace años. Su eutanasia estaba programada y aprobada para el septiembre pasado, pero su padre ha conseguido paralizar el proceso a través de un recurso en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.  

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El tribunal ha estimado que el progenitor tiene legitimidad para recurrir la sentencia, abogando en su resolución que el “interés legítimo” de un padre en la vida de su hijo no se puede medir “con el número de horas que pasan juntos” o por la “mera existencia o no de convivencia”.  

La defensa de Francesc se plantea recurrir al Supremo

La defensa de Francesc se plantea elevar su caso al Tribunal Supremo tras la paralización de la muerte asistida: “Son muchos meses muy angustiosos para Francesc. Está legitimado para poder acceder a la eutanasia y para poder decidir sobre su propia vida”, comenta Montse Bel, abogada del afectado. 

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En estos momentos, Francesc se encuentra frustrado por la decisión de su padre y con esperanza de que el proceso acabe ya: "No quiero sufrir más de lo que he sufrido”. Su deseo de dejar atrás el sufrimiento y tener acceso a una muerte digna prevalece mientras sigue luchando contra las secuelas que le dejaron los ictus e infartos: “La gente se piensa que, si no se ve el dolor, no existe, y para mi existe. Es un calvario”. 

Cuando por fin veía la luz al final del túnel, una nueva pesadilla se añadía al sufrimiento ya existente. Mientras Francesc espera a una sentencia firme, se mantiene firme en su postura y reivindica el derecho a una muerte digna: “La vida es mía, de nadie más”. 

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