El hígado graso, una afección silenciosa que puede desembocar en cáncer hepático: las pruebas para detectarla

Las pruebas para detectar hígado graso y cómo deshacernos de él. IMAGEN: Javier Noriega / Edu Payán
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La afección del hígado graso es una de las grandes desconocidas, pero una de las más frecuentes entre nuestra población. La acumulación de grasa en el hígado no suele ser problemática, pero en altos niveles puede llegar a desencadenar en enfermedades como un cáncer hepático. Prevenirlo y tratarlo es fácil. Además, las pruebas para detectarlo son más que accesibles.  

Si de algo se caracteriza el hígado graso es de no dar síntomas. Por este motivo, muchos pacientes no saben que lo sufren y no le ponen remedio, pero se estima que afecta al 30% de los hombres y al 15% de las mujeres en nuestro país.  

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La acumulación de grasa en este órgano puede causarnos problemas de salud importantes. En apenas cinco años, se prevé que la patología se convierta en la primera causa de trasplante de hígado, por lo que detectarla a tiempo es clave para evitar sufrir enfermedades más graves.  

¿Cómo es la prueba para detectar hígado graso?

La prueba para diagnosticarlo es muy sencilla. En primer lugar, el paciente se debe subir sobre una plataforma por la que "través de una serie de corrientes que son inocuas, vamos a saber el porcentaje de grasa, la masa muscular y la grasa visceral”, explica Belén Campillo, nutricionista de nohayexusas.net.  

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Estos valores son cruciales antes de ver detalladamente cómo se encuentra el hígado. De la plataforma, el paciente pasa a la camilla para someterse a una prueba parecida a la ecografía: “Con este aparatito vamos a emitir un pequeño pulso sobre la zona”, comenta César Bustos, CEO de nohayexcusas.net. 

En la prueba, “los tejidos rígidos transmiten mucho más rápido esa onda que un tejido que esté maleable, con lo cual nos da ese valor de fibrosis que debemos tener en cuenta para intentar evitar esa acumulación excesiva de grasa que puede derivar en resistencia de insulina, diabetes y algo muy importante, la pérdida de masa muscular”. Según los expertos, el límite saludable de grasa y rigidez en el hígado están entre los valores 8 y 220. 

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La dieta y el ejercicio físico son claves para prevenir y revertir la patología

El hígado graso, tal y como afirma Isabel María Cardoso, directora del Centro Médico Jesús Aprendiz, puede generarnos problemas de mayor grado aunque no notemos sus síntomas: “Igual que pasa con la hipertensión arterial, puede estar provocando una afección importante en el paciente sin que se dé cuenta generando fibrosis, cirrosis, incluso cáncer de hígado”. 

Lo positivo es que es fácil revertirlo. Al tratarse de una acumulación importante de grasa, con una dieta equilibrada y actividad física, los niveles bajarán rápidamente. Nuestros mayores aliados serán “la piña, el brócoli, la coliflor, cardo mariano en infusiones y las nueces”, y nuestros peores enemigos “el alcohol, el chocolate, grasas saturadas o bollería industrial y carnes rojas”. 

Evitar la afección es tan sencillo como llevar un estilo de vida saludable basado en una dieta mediterránea y la actividad física, tanto enfocada en el desarrollo de masa muscular como en el ejercicio aeróbico.  

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