La vida se abre paso en Birmania: rescatado con vida tras más de 100 horas sepultado por el terremoto

Así ha sido el milagroso rescate de un joven tras más de 100 horas bajo los escombros en Birmania
Así ha sido el milagroso rescate de un joven tras más de 100 horas bajo los escombros
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Cinco días después del terremoto que ha dejado 2.900 víctimas mortales en Birmania, las opciones de encontrar a gente con vida son mínimas. Apenas hay esperanza de localizar supervivientes y el conflicto interno en el país dificulta aún más las labores de rescate y la llegada de ayuda humanitaria. Pero, según informan Marcos Méndez y Cristina Herráez en el vídeo, la vida todavía logra abrirse paso entre tanta destrucción. Un joven ha sido rescatado después de pasar 100 horas bajo los escombros de un hotel.

Como explica Marcos Núñez desde Birmania, la junta militar que ostenta el gobierno está mostrando su cara más dura después de la peor catástrofe que ha vivido el país. Esta pasada noche su ejército ha bombardeado un convoy de ayuda chino, además la oposición denuncia que siguen bombardeando posiciones rebeldes en la zona cero del terremoto.

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A todas estas dificultades hay que añadir las altas temperaturas que se están viviendo en la zona, con máximas que alcanzan los 40 grados de día y que no bajan de los 27 por la noche. El calor extremo complica las labores de rescate y la situación de los supervivientes.

A pesar de todo, se siguen viendo imágenes que parecen auténticos milagros como el rescate con vida de un joven que ha resistido durante más de 100 horas bajo los escombros de un hotel en Naipyidó, capital de Birmania. Sorprendentemente, el chico ha sido sacado de entre los escombros consciente.

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Se trata de un nuevo rescate milagro cuando están a punto de agotarse todas las esperanzas de encontrar a más supervivientes y que, en este caso, se explica porque el hombre quedó atrapado en una cavidad cuando el edificio de seis plantas se vino abajo tras el seísmo del pasado 28 de marzo, de 7,7 grados en la escala de Richter.

Un día más, residentes de las zonas más afectadas pasan la noche a la intemperie o en tiendas de campaña por miedo a las réplicas que siguen sacudiendo la región en ruinas, donde crece el número de fallecidos y empeoran las condiciones de vida: falta agua potable, medicamentos y las colas para conseguir comida cada vez son más largas.

Circunstancias en las que no es fácil ni rezar, con las mezquitas y los templos derruidos, en una ciudad como Mandalay que, a pesar de la guerra, en los últimos años había experimentado un rápido crecimiento urbanístico, ahora convertido en ruinas.

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