La actitud de Daniel es un problema en casa y sus padres, cansado de la situación, se echan cosas en cara. Mientras que el padre admite que la culpa es de su mujer por “consentirle todo a su hijo”, ésta no se queda callada y arremete contra su marido y las cosas que hizo en un pasado relacionadas con un juego y un ordenador. Por si esto fuera poco, el padre confiesa no estar enamorado de su mujer y cree que es algo que en casa “no se ha sabido llevar”.