'El Chicle', al jefe de la investigación: “Gracias por quitarme esta losa"

Noticias Cuatro 04/01/2018 22:33

Barajaban dos hipótesis: que el secuestrador de Diana Quer no actuara solo y la más peligrosa, que fuera una única persona. Cuando Abuín se descontroló y asaltó a la chica en Boiro, desencadenó un final de año frenético. Le buscan desesperadamente, pero desaparece varios días. Lo esperan en su casa, “montados”, vigilando. Hasta que llega el día 29 y se lo llevan detenido. Su reacción es la esperada. Se siente seguro. Piensa que tiene todo controlado. Conoce el medio.

Está seguro de que no hay nada contra él. Altivo y desafiante lo dejan “dormir” en un calabozo”. "'El Chicle' es un mentiroso compulsivo, un profesional de la mentira, un embaucador que te cuenta una mentira y se la cree”, explica el capitán Corral, jefe de la investigación del caso, en La Coruña. Declara pasado el mediodía del sábado 30, cinco horas en las que de la seguridad pasa a la duda y se rompe cuando su mujer ya no le protege.

“A ella se le vino el mundo encima, debió pensar en su hija de 12 años y en que iba en serio. Si no decía la verdad, la dejaría sola”. Y le quitó la coartada que había impedido durante meses la detención de Abuín, principal sospechoso. A la 1.30 de la madrugada, sólo en su calabozo, 'El Chicle' les mandó llamar. Pidió que viniera su abogado y “llorando, nos dijo que quería pedir perdón a la familia: 'Quiero decir donde está el cuerpo de Diana'”. Se miraron el interrogador de la UCO y el de Galicia y salieron satisfechos, “esta vez sí dice la verdad”. 'El Chicle' estaba roto, le pesaba tanto que no pudo soportarlo más. “Se hundió, lloró, triste”.

Les llevó al tanque de agua en la nave abandonada. Siete vehículos de la Guardia Civil, todos dentro de los coches en silencio. Abuín callado. Al llegar, el perro marcó el sitio que él señalaba. Los agentes de la UCO y de la Comandancia lloraron, se abrazaron. Sentían alegría, tristeza porque Diana estaba muerta, pero satisfacción porque podrían entregarle el cuerpo a la familia. José Enrique Abuín había confesado: “Gracias por quitarme esta losa”, es lo que les dijo camino de la cárcel. ¿Arrepentido? No, contesta el capitán Corral, “yo interpreto que estaba hundido”.

Así terminan 16 meses juntos, la UCO de Madrid y ellos, los investigadores gallegos.