Brasil abandonó a su suerte el Museo Nacional que terminó calcinado por un incendio

cuatro.com 04/09/2018 14:01

Lo denunció cada vez que tuvo oportunidad el director del Museo Nacional de Brasil, Alexander Kellner, que desde 2015 hablaba de la precaria situación del centor, que carecía hasta de un sistema de prevención de incendios.

Las plagas de insectos amenazaban las colecciones, filtraciones y goteras que obligaba a tener numerosas salas cerradas. El peor de los problemas, la indiferencia de los políticos. Así lo dejaba claro el rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Roberto Leher y Kellner, tras el siniestro. Denunciando que "no existe ninguna línea de financiación de los ministerios de Educación y Cultura para edificios históricos protegidos por el patrimonio".

El Museo fue cerrado temporalmente en 2015 “por falta de recursos para su mantenimiento” y el pago de sus empleados y a lo largo del tiempo ha tenido grandes problemas de presupuesto.

Para la reformas del importante centro estaban aprobados desde el pasado mes de junio. 21,7 millones de reales que iba a aportar Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para apoyar la restauración del Museo Nacional, pero no acababa de empezar, a la espera de los recursos del Gobierno.

El ministro de Cultura, Sergio Sá Leitao, ha admitido que el fuerte incendio responde a "años de negligencia", porque "no hubo tiempo" para realizar las obras de restauración necesarias para "evitar la tragedia".

Los tesoros devorados por las llamas

Entre las mayores pérdidas sufridas se encuentra el esqueleto de Luzia, los restos humanos más antiguos descubiertos en Suramérica (datan de hace unos 12.000 años); varias momias egipcias comprado por el emperador Pedro I, de las mayores colección de fósiles de dinosaurios de América Latina y una colección de arte grecorromana traída a Brasil por la emperatriz Teresa Cristina.

El museo fue construido por decisión del rey Juan VI de Portugal e inaugurado el 6 de junio de 1818; en sus salones la princesa Leopoldina, mujer del emperador Pedro I, firmó la declaración de independencia de Brasil en 1822 y además acogió la primera Asamblea Constituyente tras el fin del imperio.