El periódico filipino 'Inquirer' ha citado al director general de la Policía, Ronald dela Rosa, quien ha explicado que las armas, que fueron incautadas el pasado 9 de agosto, eran transportadas por barco desde Estados Unidos hasta Filipinas, donde serían montadas. El plan se ha descubierto gracias a la cooperación con el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense.
Los contrabandistas, identificados como Bryan Ta-ala y Wilford Palma, han mostrado su disposición a colaborar con las autoridades y han confesado que las armas eran para un cliente que aseguraba que estaba urdiendo un plan para asesinar a Duterte.
Desde que llegó a la Presidencia hace unos meses, Duterte ha iniciado lo que ha denominado una guerra contra las drogas que ya se ha cobrado la vida de más de 2.000 narcotraficantes y drogadictos, 900 confirmadas por la Policía. Diversos actores de la comunidad internacional han acusado a Duterte de estar llevando a cabo ejecuciones extrajudiciales.
El mes pasado Duterte instó a los filipinos a que conocieran a cualquier drogadicto a matarlo directamente y hace unas semanas Dela Rosa, en un acto con drogadictos, les pidió que fueran a las casas de los traficantes y les prendieran fuego.
Numerosas organizaciones a favor de los Derechos Humanos han criticado esta política del Gobierno de Duterte, acusándole de centrarse en los pequeños narcotraficantes en lugar de desarrollar una estrategia para acabar con los máximos responsables del tráfico de drogas en el país.