El juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ha revelado que ETA intentó atentar hasta en tres ocasiones distintas contra el ex presidente del Gobierno José María Aznar en el año 2001 utilizando un lanzamisiles, unas acciones que no se llevaron finalmente a cabo porque falló el dispositivo de lanzamiento.
El magistrado hace esta afirmación en el auto por el que ordena el ingreso en prisión preventiva del presunto etarra Pedro María Olano Zabala, detenido en la madrugada del pasado viernes en Lizarza (Guipúzcoa), al que acusa de trabajar para el aparato logístico de ETA y de haber participado en las acciones contra Aznar.
El escrito señala que, a principios de 2001, el "talde" del que formaba parte Olano se desplazó hasta la localidad francesa de Guethary para recoger un lanzamisiles. Los etarras encargados de la logística entregaron el dispositivo en un paraje montañoso de Hernani (Guipúzcoa) a los miembros de un comando operativo de ETA.
Detenido por transporte de explosivos
La detención de Olano Zabala está relacionada precisamente con el trasporte de explosivos y de otros materiales entre la dirección de la banda terrorista ETA en Francia y los comandos operativos en el interior de España.
A partir de su declaración a la Guardia Civil, el Instituto Armado trabaja para verificar la autenticidad de estas declaraciones. En el año 2004, en sendos zulos etarras en Francia, fueron descubiertos dos de estos lanzamisiles tierra aire modelo SAM-7, de origen y fabricación rusa.
Posteriormente, la banda terrorista en una entrevista concedida a Gara desmentía que esos misiles tuvieran como finalidad atentar contra el Rey, aunque confirmaba que tres veces lo habían intentado contra el avión de José María Aznar.
Aznar, ya lo sabe
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha informado telefónicamente al ex presidente del Gobierno, José María Aznar esta misma mañana.
Interior da crédito a estas declaraciones pero no importancia. Primero, porque fue en 2001, con una ETA muy diferente, y segundo, porque ETA parece jugar más la carta de la propaganda que de la amenaza real.