Volver a correr

cuatro.com 04/09/2014 09:18

Y llegaron las vacaciones, tres semanas con tiempo disponible para todo, ejercicio, gastronomía, enología, disfrute y descanso.

Un día antes de viajar un pequeño partidito de futbol padres e hijos, cuatro carreritas para demostrar que ya no somos ni de lejos lo que fuimos. Resultado ¡Principio de lumbago! A pesar de todo, nadie va impedir que salga a correr por el norte mirando al mar y con una temperatura estupenda. Resultado ¡lumbago en toda regla! No encuentro postura para dormir, no se sentarme o levantarme y andar es un suplicio.

Nadar es bueno para la espalda ¡voy a intentarlo! Después de dos días mejoro algo ¡Nadaré más tiempo! Resultado, baja el dolor lumbar un poco y aparece un dolor a la altura de la paletilla izquierda. La combinación de los dos dolores me convierten en una muñeca de Famosa. (Para l@s que no recuerden el anuncio o les pille jóvenes dejo el link).

De las tres semanas de vacaciones dos y media se me pasan impedido para el ejercicio pero no para los placeres, ¡Que rodaballo!

Cambio de aires, nos desplazamos de la costa norte al Pirineo oscense. El dolor ya solo se concentra en un puntito en las lumbares, puedo caminar e incluso subir al pico Cerler. Al bajar solo se nos ocurre echar a correr, media hora de cuesta abajo imposible, solo intentando frenar, sujetarse para que la velocidad no te lleve al suelo de morros. Nos pasa por la pista un todo terreno y los ocupantes nos animan diciendo ¡Bajáis a buen ritmo! Joder si no soy capaz de frenar más sin resbalarme. Resultado ¡talón quemado! Unas zapatillas de asfalto de una talla más que la propia no son nada recomendables para correr por la montaña, pero la espalda bien gracias.

Dos días después, carrerita suave por terreno llano con sensaciones contradictorias. Voy parado y no puedo más, pero es verdad que la espalda mejora cada día.

Se acabaron las vacaciones, vuelta al trabajo. Temperatura media de la semana 32 grados. Solo dispongo del mediodía para salir a correr y así es un suicidio. Al cuarto día no puedo más y voy. En la calle parado ya sudo pero bueno vamos, empiezo lo más despacio que puedo, al ratito ya jadeo, miro el crono, once minutos, me digo que hay que seguir un poco, los jadeos son cada vez mayores, no aguanto más y paro. 20 minutos estoy sudando como un pollo y con las pulsaciones disparadas, esperare al fin de semana que puedo correr por la mañana.

Llega el domingo, me levanto a las 8 y a las 9 estoy en marcha, buena temperatura, moral alta y ganas. Arranco bien a ritmo llevadero, media hora después estoy reventado y me paro, hago la vuelta a casa por tramos, cada vez corriendo menos tiempo seguido.

¡Increíble! Dos semanas parado y no soy nadie! He perdido todo, me siento como alguien que empieza a correr por primera vez después de 10 años haciéndolo. Es verdad que uno ya es perro viejo y recuerda años parecidos pero el sufrimiento en cada carrera no te lo quita nadie. Solo me mueve saber que volveré a coger la forma aunque me cueste y querer correr la Behobia – San Sebastián en noviembre sin morir en el intento.

Supongo que la sensación de vuelta a empezar os pasa a much@s, solo puedo deciros que merece la pena no esperar a la cuesta de enero y hacerlo antes de la operación bikini. Aunque es duro ahora, cuatro meses más tarde es un martirio. Poco a poco y sin impaciencia se consigue.

Paso a paso y sin perder de vista el suelo.