El monstruo (2 de 3)

cuatro 05/04/2010 12:04

Tengo que estar alerta de todo mi equipo de buceo, de la técnica, de vigilar a mis compañeros y de no perder la línea de vida, es decir el cordel que marca nuestra posición y la salida. Si perdemos este cordel estaríamos perdidos y por descontados muertos. Pero además nos encontramos con muchas haloclinas, el punto de encuentro del agua dulce que está en las capas superiores y el agua salada procedente de las filtraciones del mar, que es más densa y cae al fondo. El punto de encuentro genera una turbulencia que apenas te deja ver nada, es una visión borrosa y vítrea. Me afano en abrir bien los ojos para no perder la línea de vida y las manchas borrosas que son mis compañeros que intuyo, pero apenas veo.

Casi no tengo tiempo para disfrutar de este increíble buceo, tengo muchas tareas de las que ocuparme y esto ocupa casi toda mi capacidad cerebral, y cuando consigo poner en orden todo los protocolos, y repasar las tareas: flotabilidad, manómetros, ordenador, brújula, línea de vida, compañeros, respiración, etc.., viene Oscar y me ciega con los potentes focos de su cámara, para que tengáis las mejores imágenes posibles que pronto veréis en la serie Desafío Extremo de Cuatro. Es el precio que hay que pagar para hacer televisión, que las tareas si ya son complicados de por sí, me queda el estrés de ponerme donde Oscar me dice, posar bien para la cámara, sin ver ni un “gazapo”, porque me quedo ciego, y cuando quita los focos no sé ni donde estoy por el impacto de luz, y cuando recupero la visión, Oscar regresa con otro plano.

No os podéis ni imaginar que difícil es este buceo.., aunque alucino con Oscar y María que puedan filmar a la vez que hacen sus tareas. Cada aleteo nos introduce aún más en las galerías, cada aleteo nos aleja de la superficie, cada aleteo nos expone más, cada aleteo nos deja más solos, cada aleteo en caso de complicaciones son mas graves o mortales, cada aleteo te debilita más la mente, cada aleteo te quita el precioso aire necesario para el regreso, cada aleteo te mete más y más en el interior de la tierra inundada…

Hay que quitarse de la cabeza la cantidad de cosas que te pasan, y siempre son fatalidades, y si…?, o si…? Continuamente piensas en desgracias que pueden ocurrir, y yo visualizo posibles derrumbes o colapsos del techo que nos entierren vivos o nos corten el camino de regreso, que no es la primera vez que ha pasado, pienso en las 300 personas que murieron aquí en pocos años practicando esta misma disciplina tan peligrosa, ¿dónde estarán esos cuerpos? ¡Joder!, que pare mi cabeza de pensar, tengo que regresar a las tareas, ¡mierda!, he perdido mi flotabilidad, me siento observado por María, Vicent, Oscar y Jaume, son perfeccionistas y no permiten un error de estilo. El espeleo buceo tiene su técnica y ha de ser impecable, y yo pensando en cuantos ¿y si?..., he perdido estilo y concentración…

Repaso mis tareas, ordeno las prioridades, consulto el tiempo de inmersión y el manómetro de presión, una ojeadita al ordenador que me informa de profundidad, tiempos antes de entrar en descompresión, etc.. ¡Todo va OK! Puedo disfrutar de galerías y campanas inundadas de un increíble belleza de estalactitas y estalagmitas por todas partes, de pasos angostos, laberintos de galerías laterales, derrumbes, colapsos internos, haloclinas, corrientes de aguas claras, azules, verdosas, casi negras, un mundo que no se parece a nada compatible con la vida, apenas hay vida aquí dentro, y avanzamos, despacio pero con buen ritmo.

Me pregunto dónde estará la dichosa estalactita bautizada con el nombre del “Monstruo”, ¡que aparezca por dios! Que parece que llevo una eternidad buceando y sólo de pensar que tengo que retroceder por el mismocamino me pone muy nervioso.

María, Jaume y Vicent además se llevan otra botella más cada uno para una emergencia, pero aún así el tiempo es muy limitado. Tengo que controlar de no consumir más de 66 atmósferas, porque si lo hago, en ese punto me tengo que dar la vuelta, pues habré cumplido la regla de los tres tercios: un tercio máximo para llegar, otro tercio para regresar, y otro tercio de reserva. Ya me fastidiaría consumir más de esas 66 atmósferas, tener que darme la vuelta y no contemplar el “Monstruo”, y por lo tanto no conseguir el Desafío Extremo…

De repente Vicent hace movimientos rápidos con su foco de luz, esto significa que le miremos, algo pasa… Y claro que pasa, ¡¡¡AMIGOS, HEMOS LLEGADO A LA ESTALACTITA SUMERGIDA MÁS LARGA DEL MUNDO!!! 13 metros de larga! Por eso la llaman “el monstruo”.