José y Rosa se han instalado en uno de los barrios más lujosos de la capital con sus dos hijos Pablo, de 9 años; y Ana que tiene 8.
Rosa está especialmente preocupada por la evolución de su hijo en los estudios: Pablo se resiste sistemáticamente a realizar sus tareas, se distrae y nunca obedece.
Su madre vive tan pendiente de Pablo que se ha relajado con la pequeña Ana, quien hace y deshace a su antojo y sin que nadie recrimine su comportamiento.
Atrás quedaron las risas y los juegos de niños. El ambiente en la familia ha degenerado hasta el punto de comunicarse a base de gritos, insultos y descalificaciones.
Supernanny se enfrenta al reto de instaurar un hábito de estudio y hacer entender a Rosa y José que es más fácil alcanzar cualquier objetivo a través del cariño y respeto.