Durante el camino hasta el local donde los Himba vivieron su primera noche de flamenco surgió cierto problema. Vanavaina y Pondakae no querían que las mujeres caminaran delante de ellos. Es tradición que vayan siempre detrás, "¡tras el hombre", se quejaban", y las chicas de la familia Carrión-Roldán tuvieron que claudicar y situarse donde las mandaban. Así entraron en el tablao, donde ya todo pasaron a ser risas y buen humor. Eso sí, a la hora de sentarse, los indígenas dijeron que no entendían eso de tener que ponerse en una mesa: "¿No sé cómo vamos a bailar aquí sentados", dijo Vanavaina.
Es el cante flamenco una de las formas de expresión musical más singulares y antiguas del mundo. Quien no esté familiarizado con él nunca queda indiferente y ese fue el caso de los Himba. Primero les dio la risa pero luego, muy seriamente, se preguntaron si es que el cantante estaba llorando.
Pero más extravagante si cabe encontraron el baile, un zapateado. No se podían creer semejante exhibición. Para Pondakae lo que ocurría es que estaban en trance. Pero le preguntó a sus acompañantes anonadado: "¿Eso es bailar?" Cuando el zapateado llegó a su máximo punto de intensidad tuvieron que taparse los oídos. Mala idea. En ese momento es cuando hay que dar los 'olés'. Pero ellos no daban crédito con el baile: "Es imposible mover los pies así de rápido".
Después intentaron aprender ellos a hacer un zapateado con los mismos músicos. No fue posible, pero las risas que intercambiaron con los artistas haciendo bromas no tuvieron precio. Recordando la experiencia, Vanavaina confesó que este baile tradicional español no le resultaba tan ajeno. Se parecía bastante, según dijo, a los que se hacen en su tierra, sobre todo por las palmas.
"Esta gente es muy grande", dijo Pondakae, por su parte. "Muchas gracias por traernos". Tal fue su asombro, de hecho, que tenían sus dudas de si se encontraban ante estrellas de relumbrón: "¿Es gente importante en España, allí (en su tribu) la gente que canta y baila es importante y tiene vacas".