Lo más dificil de la aventura: despedirse

cuatro.com 09/06/2011 22:43

La despedida para los mentawai

La mañana comenzaba en el número 35 de Batres con un amargo sabor a despedida. Desde muy temprano los Mentawai comenzaron la triste tarea de dejar atrás a sus amigos, intentando evitar que algo se les quedara dentro.

"Me sientro triste,destrozado, muerto", decía Salomo. La familia se abrazaba a la tribu entre lágrimas, los niños, muy afectados no pudieron ocultar sus emociones. Para la tribu, volver a ver a los pequeños ha sido una experiencia inolvidable. Les han podido ver crecer, aún recuerdan al revoltoso niño que llegó a la selva y que ahora es un hombre, Ventura. "Me siento como si me despidiera de mi propio hijo", dice Aman Digei. "Todos somos ahora una gran familia", asegura el chamán.

Sonia, por su parte, se siente reconfortada, tenerles en casa ha supuesto un ejercicio de superación. Estaba sola, Luismi ya no vive con ellos y tener tan cerca de sus amigos le ha cambiado la vida, "cuando vinisteis me parecía una locura y no sabía si iba a ser capaz de daros lo que necesitabais, estaba agobiada. Pero han ido pasando los días y me he acostumbrado a vosotros, a ver a mi familia mentawai todos los días, y ahora no sé qué voy a hacer sin vosotros"

La tribu, que llegó a España con la intuición de que algo pasaba con Luismi, (al no verle en el mensaje de invitación), regresa a la selva habiendo fracasado en su misión de que la pareja volviera a estar junta. La despedida con Luismi fue a parte, su amigo les obsequió con algunos regalos, cosas que siempre les recordarían su viaje. Tantos momentos buenos. "Su corazón es generosos y noble y seguro que algún día encontrará la felicidad que se merece", asegura Salomo.

La tribu desaparece entre la niebla madrileña, "este no es lugar para nosotros, aunque nos duela debemos regresar", asegura Aman Digei. Los mentawai emprenden el viaje de vuelta con un firme deseo, "no sé como, pero volveremos a verlos".

La despedida para los Himba

Su última noche en la ciudad la pasaron, como de costumbre, sufriendo ante nuestras "incoherencias", degustando una cena "imposible" cargada de platos raros. La cena y lo que no es la cena les dejó un sabor amargo, aquella sería la última noche con sus amigos españoles en Vitoria, quedaba hacer la maleta y dormir. Al despertarse, el sueño habría acabado.

Y así fue. Lo que empezó como una despedida de "hasta luego", acabó en un mar de lágrimas, ni Jose fue capaz de contener la emoción, y eso que todos intentaron mantener el tipo, un intento quizás de no estropear el momento para los Himba.

Pero el corazón a veces es traicionero. "Ellos tienen que volver a su sitio, es su vida, tienen que volver" decía Jose. En la teoría es fácil asimilarlo, pero la práctica es otra cosa. Laura aseguraba que se volverían a ver, que irían a Namibia a visitarles, "esperemos que pueda ser, porque no creo que ellos puedan volver a venir" decía.

Cargados de regalos, los Himba compartieron sentimientos, "Jose, cuando te miro veo a mi padre, todos lo días en Okohonga me acordaré de ti, y mi corazón dolerá pensando en ti, no te voy a olvidar nunca" decía Vanavaina.

"¿Sabes qué te quiero?" le decía Watumbikua a Montse. Las mujeres se fundían en un intenso abarazo, mientras que los gemelos les pedían a las mellizas que dejaran de llorar,"pronto nos veremos" aseguraba Pondakae. Kambana, que fue el más fuerte, no derrochó lágrimas, pero su gesto lo decía todo. Era hora de partir. El viaje ha terminado.