Cita a cuatro con los gemelos

cuatro.com 13/05/2011 21:53

Ya no saben cómo intentar que Marta y Laura les hagan caso. Los Himba no se rinden, y parece que la persistencia da sus frutos. No quieren dormir con ellos, pero les meten mano a la mínina y les sacan de fiesta por la noche.

"Las mujeres no son de fiar"

Ir al cine es la cita por excelencia de los enamorados. Sin embargo, las mellizas le ponen la nota de humor cambiando película romántica por documental, y fila trasera por sala en 3D.

Pero, "las mujeres no son de fiar", eso dicen ellos. Había trampa en la velada, su instinto cazador les hacía olerse que las chicas tramaban algo, y de repente, las luces se apagaron. Una serie de bichos monstruosos comenzaron a salir de la pantalla para atacarles, menos mal que tenían unas gafas grandes para ver por dónde venían y evitar una masacre.

Pánico, taquicardias. La tranquila tarde con las mellizas se había convertido en el peor de los calvarios, ¡qué lejos quedaba Okohonga!. "Mira qué bichos, vienen a atacarnos y es por tu culpa" le decía Pondakae a Laura.

Si las mellizas pretendían sorpresa, la tuvieron. Los gemelos reaccionaron con miedo, sus caras, los saltos que daban en el asiento lo decían todo. Había que escapar.

Línea y ¡Bingo!

Laura y Marta tenían que compensarle a los gemelos el mal trago de la sala en 3D con algo que realmente les hiciera feliz.

Sin saberlo, la familia arraigó una costumbre en la tribu que permanece viva aún: el bingo, decidieron llevarles a una sala de juego auténtica para que olvidaran "la peli de bichos".

Competividad es poco. En el juego hay que ganar, cantaron línea y bingo, y saborearon las mieles de la victoria. Con algo así, se perdona lo que sea.

Así empezó todo

Laura y Marta llegaron al poblado para convertirse en las grandes amigas de los gemelos. Su juventud les hizo congeniar en seguida. Los hermanos comenzaron a desarrollar ciertos sentimientos por ellas, eran sus mujeres y buscaban el roce en todo momento.

Estaban convencidos de la mutualidad de sus sentimientos, estaban locas por ellos, y se les notaba tanto, que incluso Vanavaina llegó a perdirle a Jose que dejara a Marta en África para vivir con él.

Las chicas, no sabemos si en un intento de hacerse las duras, les dejaron claro que sólo serían amigos, y les prometieron que su amistad les llevaría de nuevo a reunirse. Dos años después cumplieron su promesa, y ahora, en la ciudad, las mellizas enseñan a sus "maridos" las grandes ventajas de vivir en la urbe.

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