Jota y Freire, unos subcampeones obligados a conocerse

cuatro.com 12/12/2011 00:45

M. Íñiguez

Por primera vez en ‘Pekín Express’, una pareja estaría formada por dos personas que no se habían visto en su vida. Jota, un corpulento repartidor de Pizza barcelonés, y Freire, un gaditano muy listo y con bastante pluma.

A lo largo de los 45 días de aventura, los desconocidos han ido aprendiendo de qué pie cojeaba cada uno (varias discusiones y amenazas de dejar la carrera quedaron en el camino) hasta llegar a formar una pareja sólida y compenetrada.

Comenzaron la final con una ventaja de 500 metros sobre sus rivales. Así, alcanzaron la bandera los primeros en las dunas de Atlantis, llevándose como premio un salvoconducto que podrían utilizar en cualquiera de las pruebas de la primera manga.

[[QUOTE1]]

Mar y Vanesa fueron más rápidas en llegar a la granja de avestruces y terminaron la prueba de equilibrio antes que los desconocidos. Volvieron a verse las caras en la playa de Muizeberg. Ante la complicación de la prueba (había que encontrar una llave de ‘Pekín Express’ enterrada en la arena usando un detector de metales), Freire optó por usar el comodín.

A partir de entonces, la carrera fue cuesta abajo para los desconocidos. Hasta el punto de que pudieron permitirse el lujo de parar a hacerse fotos en el Cabo de Buena Esperanza antes de llegar al Cabo del Fin del Mundo en el que Jesús les esperaba en la meta. Tres mil euros de amuleto, más 13.000 que Inés y Pedro les entregaban al dejar el programa. No podía ir mejor las cosas para los desconocidos, que salían de una primera manga anímicamente muy reforzados: “Somos muy merecedores de llegar a la final y de ganarla”, decía Freire mientras Jota asentía a su lado.

Jota tuvo que abandonar temporalmente la carrera

La segunda manga de la final fue otro cantar. Jota, que se había dado un atracón en la cena con las hermanas la noche anterior, pasó la noche con una fuerte indigestión. El catalán se pasó media carrera vomitando y aguantó hasta que el cuerpo le dijo basta. Freire, que estuvo ‘tirando’ de su compañero durante toda la ‘gymkhana’ pensaba que el mal estado de Jota era algo más que físico. “Si tiene fuerzas para cagarse en mis muertos y lanzar la botella, es que muy malo no está”, decía el gaditano.

Al final, el médico recomendó que Jota reposara y Freire tuvo que continuar solo. Se quitó un peso de encima, ya que sin la carga de Jota consiguió alcanzar a las sevillanas en la prueba del xilófono, aunque llegaba a la última prueba sin ninguna palabra del poema de ‘Invictus’.

Aun así, tuvo tiempo de ver cómo Mar llegaba a la meta segundos antes que él y de darse un abrazo con Jota como solo los hermanos suelen darse. Los desconocidos, que ganaron su amistad, demostraron ser unos grandes ‘perdedores’: “Nos alegramos por ellas, sabemos que lo necesitan más que nosotros.”