Mónica, un disco rayado de quejas

cuatro.com 26/09/2011 00:48

La pareja de novios de Barcelona, acostumbrados al lujo en sus viajes, comienzan a acusar las incomodidades de la aventura: les resulta muy difícil adaptarse a la convivencia con el humilde pero generoso pueblo keniano.

Desconfían de lo desconocido y son capaces de ‘montarse’ una auténtica película de mafias cuando un ‘adinerado’ keniata les ofrece su casa como cobijo bajo previa identificación y con un precio: que Mónica cocine.

La odisea que sufre Mónica ante un caldero de puchero es observada bajo la atenta mirada de su novio, que demuestra que la actitud de Mónica es algo que no va con él y llega a reprocharle que el problema tal vez sea la falta de optimismo que le pone a la carrera.

“Si me eliminan seré feliz, podré tener mi ducha, mil bolsos, mi maquillaje…y poder ser Mónica otra vez”, asegura. Ezequiel actúa con la paciencia que puede ante las palabras de Mónica e intenta buscar el lado positivo para convencer a su amada de que Pekín Express puede ser el viaje definitivo que estaban buscando.

Pero el tiempo corre en su contra, mientras Mónica se queja, Ezequiel lleva el peso de la carrera, para los coches, decide el camino, toma decisiones, etc. Llegar rezagados a los puntos clave les penaliza. Son sancionados por Sara y María en uno de los territorios de la etapa dos y para seguir con la competición necesitan pagar peaje. Para ello deben trabajar en una gasolinera, ”Petrol Station”. “Dos blancos limpiando el camión de un negro, esto es surrealista”, comenta Mónica de su experiencia

Después de recorrer el mundo, parece que Mónica ha encontrado su límite en África, ¿repercutirá su actitud en su relación con Ezequiel?.