La violencia de género sigue siendo una dura realidad para miles de mujeres en España. La mitad de las víctimas tiene hijos menores a su cargo, lo que agrava aún más la situación. En este contexto, muchas mujeres están encontrando una vía de seguridad y recuperación en los perros de protección, animales entrenados para defenderlas y devolverles la confianza. Cristina es una de esas mujeres. Tiene a Anika, una perra de protección que cuida, sobre todo, de sus hijas, también víctimas del maltrato de su padre durante años. “Ponía las puntas de los pies en el rodapié, la nariz y la frente pegadas a la pared, y si se movían las empotraba contra ella. Las amenazó con que si me lo decían me iba a matar y luego a ellas, una a una”, recuerda Cristina. Las agresiones eran su rutina hasta que un día decidió no dejar entrar al agresor en su casa, aunque legalmente él era el propietario. “Prevaleció que yo no le dejase entrar a su casa a que yo tuviera las costillas llenas de moratones de los puñetazos que me dio. Mi hija presenció cómo intentó ahogarme. La ley no nos protege”, denuncia con firmeza. Desde entonces, Anika se ha convertido en su escudo. “Está conmigo para proteger a mis hijas”, explica Cristina, convencida de que la presencia del animal les ha devuelto la tranquilidad. “Si mi hija hubiera tenido su perro en el autobús ayer, mi agresor no se hubiera acercado a ella”, lamenta. Lidia también ha vivido años de maltrato. “Estuve un año y medio sin salir de casa por miedo. Me costó mucho salir de ahí, me tuvo que ayudar la policía”, recuerda con la voz entrecortada. Su agresor incluso la amenazó con dañar a su perro: “Me dijo que si bajaba al perro del coche lo iba a rajar, y entonces me bloqueé. No bajé al perro del coche”. Hoy, gracias a Bully, su perro de protección, ha logrado recuperar su libertad. “El perro te protege y tú proteges a tu perro. Para mí ha sido todo y sigue siendo todo en mi vida”, afirma emocionada. Estos animales son juguetones y cariñosos hasta que se les da la señal, entonces actúan con rapidez y precisión ante cualquier amenaza. “La empoderas, las ayuda a salir a la calle, a relacionarse y, lo que es más importante, pueden ayudarlas a repeler una futura agresión por parte de su agresor”, explica Ángel Mariscal, fundador del Proyecto PEPO, que lleva 16 años ayudando a cientos de mujeres a recuperar sus vidas gracias a estos perros. Tanto las usuarias como los responsables del programa reclaman una legislación más flexible que les permita ir acompañadas de sus perros sin restricciones.