Educación

Cómo incentivar que los niños tomen decisiones por sí mismos: trucos para lograrlo sin perder el control

Es una competencia que se entrena desde pequeños. Freepik
Compartir

Los niños crecen rodeados de estímulos, entornos cambiantes y decisiones constantes, por lo que, enseñarles a decidir por ellos mismos se ha convertido en una habilidad muy valiosa. Para muchas familias, fomentar esta autonomía en los pequeños puede despertar ciertas dudas como si es conveniente que los niños elijan por ellos mismos, cuándo realmente están preparados para hacerlo y como se puede acompañar en estas decisiones sin perder la autoridad como padres.

La capacidad de decidir no es algo que se desarrolle de la noche a la mañana, y no es simplemente escoger entre dos meriendas o dónde jugar. Es una competencia compleja que, siendo bien guiada desde la infancia, refuerza la autoestima, la responsabilidad y la capacidad crítica. Los expertos en desarrollo infantil coinciden en que promover la toma de decisiones desde pequeños puede formar a adultos más seguros, resilientes y capaces de enfrentarse al mundo. Pero, ¿cómo se puede encontrar el equilibrio entre educar en la autonomía y no perder el control?

PUEDE INTERESARTE

Entender el desarrollo por etapas

La autonomía se va construyendo por fases. Hasta los 3 años, los niños exploran gracias a entornos seguros que les permiten experimentar libremente. Entre los 3 y 6 años, aprenden a hacerse responsables de su cuerpo y acciones. Es a partir de los 6 años cuando su capacidad para participar activamente en tareas cotidianas crece de manera significativa.

Eso quiere decir que no se puede esperar que un niño de 4 años pueda tomar decisiones importantes, pero sí que se le puede enseñar a escoger su ropa o participar en decisiones como qué merendar o dónde jugar. Para evitar la frustración y fomentar su confianza, se pueden ir escalonando las opciones, comenzando por dos y ampliándolas según vaya creciendo.

PUEDE INTERESARTE

Crear un entorno seguro y estimulante

Para que un niño pueda decidir con confianza, el entorno debe transmitirle seguridad y estar bien preparado. Algunos estilos de crianza como el Montessori promueven la “autoeducación” adaptando su espacio a su estatura con armarios pequeños o cajas, con materiales accesibles y una mínima intervención del adulto.

Ofrecer opciones limitadas y adecuadas

Para evitar abrumar a la hora de tomar la decisión, se recomienda comenzar por dar dos o tres alternativas. Este truco cumple dos objetivos: le enseña a elegir y comenzar a construir sus propios criterios, y también fomenta la responsabilidad y minimiza el control parental. Se tiene que recordar que cuanto más pequeño sea el niño, más sencillas y limitadas deben ser las alternativas.

Permitir errores y utilizarlos como aprendizaje

Es esencial que los niños puedan equivocarse sin que tengan miedo a los reproches. De hecho, aprender de los errores fortalece su autoestima y les enseña a defenderse, algo vital en el futuro.

Si el niño escoge una ropa inadecuada para ir a jugar, en vez de echarle en cara que se ha equivocado, se le puede preguntar: “¿cómo te sientes con esta ropa para salir al parque?”, sin castigar, ni prohibir. Este diálogo le hace reflexionar y le da la oportunidad de aprender de las consecuencias de sus propias decisiones.

Fomentar la autorregulación emocional

Para tomar decisiones no solo se necesita de capacidad lógica, sino también emocional. Enseñar al niño a compartir que está nervioso o que no sabe qué elegir, le puede ayudar a interiorizar su propia autoescucha y gestión de sentimientos.

Algunas técnicas sencillas como pueden ser la respiración profunda o un pequeño descanso antes de escoger pueden ser realmente útiles. Con el tiempo, podrá entender que sus emociones son significativas y que pueden guiar su elección sin bloquearla.

Acompañar sin invadir

La disciplina positiva promueve la colaboración y el respeto mutuo como la base principal de la autonomía. Esto significa que los adultos deben plantear la decisión, explicar las consecuencias de cada una de las opciones y escuchar al niño, en lugar de imponer u ordenar qué debe o no hacer. Así se va reforzando la confianza y la responsabilidad, mientras que se mantiene un equilibrio entre libertad y estructura.

Acuerdos y normas claras

Un niño puede participar en la toma de decisiones siempre dentro de un marco definido. Se le puede dar a escoger la merienda pero puntualizando que debe escoger fruta, o se le puede preguntar cuándo prefiere leer: en ese momento o después de cenar.

Esto hace que el niño pueda tomar una decisión real y significativa mientras que se está reforzando el control parental. El niño entiende que sus decisiones se tienen en cuenta, pero también los límites aseguran la seguridad y su bienestar.

Promover la participación activa

Dejar que los niños participen en decisiones del hogar puede ayudar a que el niño perciba su responsabilidad y que vea que sus decisiones tienen un impacto real. Para ello se les puede tener en cuenta a la hora de decidir la comida o la cena, dónde se va a ir o escoger una película.