Es un trazado de aproximadamente 40 kilómetros, dividido en dos etapas, que conecta Burgui con el refugio de Belagua
El sendero más peligroso del mundo se encuentra en España: no te imaginas cuál es
Enclavado entre los paisajes más imponentes del Pirineo navarro, un antiguo eje de comunicación romana ha encontrado nueva vida como ruta de senderismo. Se trata del Camino Real Roncalés, también conocido como GR-321, un trazado de aproximadamente 40 kilómetros que conecta Burgui con el refugio de Belagua. Aunque su origen se remonta a tiempos imperiales, cuando servía como ruta de paso entre las tierras altas de Navarra y los valles de Aragón, hoy este camino se ha convertido en un reclamo para senderistas, naturalistas e interesados en el patrimonio histórico.
La revitalización de esta vía forma parte de un fenómeno más amplio: el redescubrimiento de caminos históricos como espacios de ocio activo. En este caso, el Camino Real Roncalés ofrece una experiencia singular al conjugar la belleza paisajística con el peso de siglos de historia. Esta antigua calzada permite adentrarse en bosques de hayas y robles, cruzar ríos de aguas puras y detenerse en pueblos con historia como Roncal o Isaba, que están considerados entre los más bellos del Pirineo navarro.
De esta forma, la ruta GR-321 se divide en dos etapas principales. La primera parte de Burgui y alcanza Isaba tras recorrer unos 22,5 kilómetros, atravesando localidades como Roncal y Urzainqui. La segunda etapa, más exigente por su desnivel, se extiende 17,6 kilómetros desde Isaba hasta el refugio de Belagua, ya en plena alta montaña. A lo largo del recorrido, se encuentran numerosos elementos que atestiguan su origen romano: antiguos muros de contención, puentes de piedra y tramos empedrados que resisten, con dignidad, el paso del tiempo.
Este camino forma parte del catálogo oficial de senderos de gran recorrido de Navarra, y está debidamente señalizado y mantenido. De hecho, tanto el Gobierno de Navarra, como distintas entidades locales han invertido durante los últimos años en la puesta en valor de esta vía, no solo como parte del patrimonio histórico, sino también como motor de desarrollo turístico sostenible en los valles del Roncal y Belagua.
Una ruta para todos los niveles y todas las estaciones
Una de las ventajas del Camino Real Roncalés es su versatilidad. Aunque completar el recorrido entero supone cierto nivel de exigencia física, es posible realizar tramos más accesibles o adaptar las etapas en función del tiempo disponible. Cuando hay familias que se lanzan a esta aventura lo habitual suele ser optar por la primera parte, más llana y cercana a núcleos urbanos. Sin embargo aquellos senderistas más experimentados prefieren las ascensiones hacia Larraueta o el refugio de Belagua, especialmente durante la primavera y el otoño, que es cuando el entorno ofrece un espectáculo cromático incomparable.
En invierno, el tramo final de la ruta se convierte en territorio para raquetas de nieve o esquí de fondo, lo que multiplica las opciones de ocio para quienes buscan combinar naturaleza con deporte de montaña. Distintas asociaciones como Senderistas Navarra y expertos han contribuido a dar visibilidad a este itinerario en redes sociales y plataformas de turismo rural.

Patrimonio vivo, más allá del camino
A lo largo del GR-321, el senderista no solo camina entre montañas, sino también entre siglos. Roncal, por ejemplo, alberga el mausoleo del tenor Julián Gayarre, una de las figuras más destacadas de la lírica española del siglo XIX. Isaba conserva una arquitectura tradicional de piedra y madera que se ha mantenido prácticamente intacta, con calles estrechas que conservan el trazado medieval.
Además, el sendero conecta con rutas etnográficas, como la del oficio del almadiero, del transporte de madera por los ríos, y con espacios protegidos como la Foz de Burgui o la Reserva Natural de Larra. La posibilidad de combinar senderismo con visitas culturales, gastronómicas o de naturaleza convierte esta ruta en un ejemplo de turismo slow, donde el tiempo se dilata y el viaje adquiere profundidad.
Una ruta con pasado y mucho futuro
La transformación del Camino Real Roncalés de vía militar romana a sendero contemporáneo simboliza el potencial que tienen los caminos históricos como infraestructuras culturales y recreativas. En Navarra, tierra de montañas, pastores y fortificaciones, cada piedra guarda una historia, y cada valle una leyenda. Caminar por esta antigua calzada es caminar sobre siglos de memoria, al ritmo pausado que impone el paisaje. Para quienes buscan un sendero que lo tenga todo, desde historia, a una gran belleza paisajística, pasando por diversidad natural y sin olvidar un toque de autenticidad, esta vía romana es mucho más que un camino: es toda una experiencia que merece ser experimentada.


