El autor publica ‘Tres millones de viviendas’, un ensayo donde propone pasar de la escasez a la abundancia de casas
“Si no puedes elegir dónde vivir, todo lo demás -tu carrera, tus estudios, tus relaciones- queda condicionado”, explica
En las primeras páginas de ‘Tres millones de viviendas’ (Debate), Jorge Galindo recupera el eslogan que marcó a una generación: “No vas a tener una casa en tu puta vida”. Corría el otoño de 2007, cuando miles de jóvenes se manifestaban por el inaccesible precio de la vivienda. Diecisiete años después, la historia se repite con una nueva generación que se añade a aquella, ambas atrapadas entre alquileres imposibles y la frustración vital de no poder empezar una vida independiente.
‘Tres millones de viviendas’ nace precisamente ahí: entre el enfado, la frustración y la convicción de que aún es posible intervenir con inteligencia, evidencia y acción decidida. Galindo, sociólogo, economista y comunicador público con vasta experiencia, ha escrito una obra capital sobre uno de los problemas más graves y menos resueltos de nuestro país. “Sin vivienda no hay nada, es la condición para todo lo demás en la vida”, explica en una entrevista con Noticias Cuatro.
‘Tres millones de viviendas’ no es un ensayo técnico. Tampoco una simple crónica generacional, sino un diagnóstico certero que surge de los datos, de la evidencia y de la propia experiencia para desembocar en una propuesta valiente de transformación estructural.
Este libro debe ser entendido como un manifiesto razonado para acabar con la escasez como lógica de gobierno y devolver a la vivienda su función más noble: ser el lugar donde una vida se proyecta con estabilidad, dignidad y libertad.
Faltan viviendas donde más se necesitan
Jorge Galindo parte de una premisa tan simple como perturbadora: en España faltan viviendas allí donde más se necesitan. Mientras las ciudades concentran el empleo, la innovación y la vitalidad económica y social, el mercado no está construyendo -ni movilizando- suficientes hogares para absorber esa demanda creciente.
El resultado no es solo una crisis de precios, sino una auténtica crisis de expectativas vitales. El autor desmonta la idea de que estamos ante una burbuja inmobiliaria comparable a la de la primera década de este milenio: no hay crédito barato. Lo que hay es un atasco. Una escasez estructural causada por múltiples bloqueos: administrativos, políticos, sociales y también culturales.
Una suma de vetos cruzados, normativas que no dialogan entre sí, procesos urbanísticos inabarcables y una mentalidad defensiva que impide actuar con decisión. Pero no se trata solo de una cuestión técnica. La escasez de vivienda es, sobre todo, una trituradora de oportunidades: las personas no pueden emanciparse, mudarse, cambiar de trabajo o formar una familia.
“Si no puedes elegir dónde vivir, todo lo demás —tu carrera, tus estudios, tus relaciones— queda condicionado”, explica Galindo. La vivienda es la plataforma donde se construyen el resto de derechos. Y, en ese contexto, accede a una vivienda quien puede: quien hereda, quien ya tiene el capital, quien desea invertir. Es la escasez lo que favorece la desigualdad y la especulación.


