Pompeya y Bon Menjar: ¿en qué se equivocaron?

cuatro.com 02/09/2011 22:30

Decoración 10, pero escasas maneras

Luis y Jonathan, encargados del “Restaurante Pompeya” consiguieron una recaudación de 990 euros, a la que había que restar 140 euros de penalización por permitir que acabado el plazo de tiempo, se levantaran de la mesa sin terminar de cenar.

La pareja creó un ambiente inmejorable. Adaptaron su terraza y le dieron un aire, “Pompeyano”. Las camareras iban muy arregladas vestidas de la época y la atención era cortés, pero solo de cara a la galería.

Su comida, platos demasiado elaborados, dejó que desear. Las porciones eran escasas, y el personal no sabía como atender a gente tan decepcionada. Las críticas no caían bien y los insultos a los clientes en la cocina se hacían continuos, incluso Jonathan se llegó a plantear echar a un cliente picajoso. La comida estaba fría y el vino caliente, no había botellas de agua ni saleros en las mesas. Pese a todo, la comida gustó a grandes rasgos, y su arma secreta, un concierto de arpa, apaciguó los ánimos en el comedor.

Mientras tanto, en el recibidor, una larga cola de clientes se impacientaba por poder sentarse. Distribuyeron mal a los clientes, y su error provocó una larga espera que no pudieron solucionar. No les dio tiempo a completar el segundo turno y fue por ello que se les penalizó, 10 euros menos por cada comensal.

Buenas intenciones pero malos resultados

El caso de “Bon Menjar” es más complicado. Carlos y Elida basaron su menú en dos especialidades: dos diferentes recetas de carpaccio, de ternera y trucha, y costillas a la miel. El problema evidente del menú es que dejaba fuera a todo aquel que no le gustara la carne, no había variedad.

Su menú era sencillo, y como tal, debían de haber ido más rápido, pero perdieron mucho tiempo en organizar las mesas y en comenzar a servir los primeros.

La clientela incluía comensales extranjeros, y nadie en el local sabía cómo tratarlos. La paciencia iba llegando a un límite, y entonces comenzaron los problemas “logísticos”: poca variedad en las bebidas, aceiteras imposibles de abrir, gente que se quedaba con hambre, etc. Carlos, ajeno a lo que pasaba en el comedor, se concentraba demasiado en decorar los platos y no hacía caso de las indicaciones de su mujer.

La nota final fueron los postres, un error de principiante. Quisieron ganar puntos con un postre original y 100% natural: un batido de fresas con leche recién ordeñada. El problema es que la gente no está acostumbrada a este tipo de productos y sabores, y si no dejas claro en qué consiste, el efecto que se consigue es el contrario al deseado.