En la casa la convivencia se hace cada día más difícil. Los enfrentamientos entre las madres se hacen más evidentes. El problema es que el objetivo de la mayoría es el mismo: Saray, que por su personalidad, no ha logrado integrarse en el grupo. Sus conflictos con Jessica y Rosa sólo han servido para que todo el grupo la dé de lado. ¿Podrá soportar que las demás la excluyan o tomará la más radical de las decisiones: abandonar la casa y perder así una oportunidad única para mejorar el cuidado de su hijo?
Pero no todo son problemas en la casa. Unas clases de masajes y fisioterapia les ayudarán a aprender algunas técnicas para relajar y estimular a sus bebés. Entre los progresos de las madres destaca Jennifer, que gracias a la constante ayuda de las enfermeras, cada día estrecha más los lazos con su hija y corrige algunos malos hábitos que había adquirido antes de entrar en la casa.
La llegada de los familiares desata las emociones de nuestras protagonistas en el duro camino que supone valerse por sí mismas para cuidar de sus hijos. Todas escribieron el día anterior al encuentro una carta a sus madres en muestra de gratitud por todo lo que habían trabajado para criarlas; hoy, a la emotividad el encuentro se suma la comprensión que las hijas sienten ahora hacia ellas, y las lágrimas se harán incontenibles. ¿Conseguirá la madre de Saray convencerla para que se quede y no eche por tierra los progresos conseguidos hasta ahora? ¿Aceptará Mapi, la madre de Eva, su papel de abuela de una vez por todas, permitiendo que sea su hija quien se haga cargo de la pequeña Ariadna?
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