Patricia, la primera española atacada por la bacteria que devora la carne humana: “Estuve ingresada dos meses y casi pierdo el brazo por necrosis”

La úlcera de Buruli, más conocida como la bacteria que devora la carne humana, fue la protagonista de la mayor pesadilla de Patricia Casas, una bióloga española que se infectó en un viaje al Amazonas. Aunque empezó a manifestarse como una pequeña quemadura, pronto la úlcera se extendió por su brazo, necrosando el tejido. Cinco operaciones y una investigación médica a nivel mundial fueron necesarias para poder salvar la extremidad y la vida de Patricia.

Cuando Patricia viajó a Perú para colaborar en distintas ONG durante ocho meses, no imaginaba que fuera a contagiarse de una bacteria habitual en niños de África y casi perder su brazo. Pero así fue, y el calvario duró cuatro años y le obligó a someterse a cinco operaciones.

Patricia Casas realizó una estancia en Perú para “aprender y ayudar” en la Amazonia peruana durante ocho meses, hasta que en diciembre de 2013 regresó a España. No tenía ningún síntoma, hasta que, en marzo de 2014, según relata en ‘Horizonte’ le salió una pequeña mancha: “Parecía literalmente una quemadura de cigarro”, especifica la bióloga en la entrevista realizada por Carmen Porter.

Su primera reacción fue acudir al ambulatorio, donde la recetaron una pomada y fue a raíz de este medicamento cuando empezó su peor pesadilla: “Me empiezan a salir como ampollitas. Creemos que es una reacción alérgica, pero empieza a extenderse y a mutar”.

Patricia relata que en mayo fue cuando se asustó más al ver la evolución de la bacteria y acudió a urgencias hospitalarias en León: “Empiezan las alarmas. No entienden cómo se desarrolla la úlcera. Como provenía de Perú, nadie lo entiende. Se ponen en contacto con médicos de allí, pero tampoco sabían de qué se trataban. Llegaron a pensar que podía ser Leishmaniasis”, explica Casas, sobre la enfermedad que en ocasiones afecta a los caninos.

La bióloga, que relata que llegó a ponerle el nombre de “Deborah” a la bacteria que casi le arrebata su brazo, explica que no sufrió grandes molestias de primeras: “Al principio no sentía mucho, incluso menos que por una quemadura. Pero una vez que avanza, se produce una toxicidad que genera una enzima que necrotiza el tejido. Se empezó a extender de una manera alarmante”.

La bióloga reconoce que, a pesar de ser una mujer de ciencias, el desconocimiento era aterrorizante: “La ignorancia es lo que mas miedo da. No sabíamos lo que me había infectado. Allí no tuve ningún síntoma en todos los ocho meses”.

Cinco intervenciones quirúrgicas, de codo a axila, fueron necesarias para salvar el brazo de Patricia: “Intentaban frenar el proceso de expansión, para que no se fuera al sistema linfático y de ahí al resto del cuerpo, porque como no sabíamos qué era ni cómo funcionaba…”.

Durante su ingreso hospitalario de casi dos meses, Patricia también tuvo que someterse a varias biopsias, que mandaron a distintas partes del mundo: “Hay partes mías en Australia, Perú, Reino Unido…”.

Casas explica para finalizar que, aunque la enfermedad había sido descubierta hace varias décadas, era difícil diagnosticársela porque es común en niños y principalmente en África, de ahí que su nombre científico sea homónimo a la región ugandesa de Buruli.