Alberto: “Mi madre está para complacerme, y yo utilizo mi fuerza para someterla”

cuatro.com 15/07/2016 23:47

Alberto está convencido de que su madre simplemente existe para servirle: “Ella está aquí para complacerme, su obligación es tenerme a gusto. Aprovecho mi fuerza y mi altura para someterla”. Alberto cree que por el hecho de que su familia tiene dinero debe mantenerle y concederle todo lo que se le antoje. De cara a los demás, Alberto es un joven normal y sus amigos ni se imaginan de qué manera se comporta en casa.

Si en medio de una discusión la madre de Alberto quiere huir, Alberto se lo impide reteniéndola en casa contra su voluntad. Entre insultos y amenazas Conchi soporta como su hijo controla desde sus movimientos hasta las llamadas que recibe.

Alberto siempre tiene mucho cuidado de que su entorno no se entere de cómo se comporta en casa y trata a su madre. Jero García quiere poner fin a esto y ha reunido a todos los amigos de Alberto para mostrarles unas imágenes en las que se ve el maltrato psicológico al que somete a Conchi. El entorno de Alberto, estupefacto, ha visto una cara de su amigo que hasta el momento desconocía. Alberto no ha soportado la vergüenza y ha tenido que abandonar el lugar entre gritos y golpes al mobiliario urbano. Jero no podía permitir que el joven volviera a casa y le ha llevado hasta una caravana en la que Alberto debía pasar la noche, solo.

Bárbara, la psicóloga, ha querido hablar con Conchi para saber qué es lo que ha causado el comportamiento tirano de su hijo. Junto con Jero, Bárbara le ha hecho ver a Conchi que haberle concedido todo lo que se le antojaba no ha beneficiado en absoluto a la educación de su hijo. Conchi ha explicado que cuando Alberto tenía ocho años, ella y su exmarido le comunicaron que pensaban separarse y que para que no sufriera comenzaron a colmarle de regalos. Bárbara le ha explicado a Conchi que hay que permitir el sufrimiento porque sino no se puede crecer como persona. La pareja con la que Conchi rehízo su vida tuvo que cortar la relación con ella porque Alberto se encargó de hacerle la vida imposible, algo que hasta el momento Conchi había entendido y aceptado.

Alberto ha llegado al taller de tablas de surf energías renovadas y con la intención de hacerlo lo mejor posible. Con esmero y una gran sonrisa en la cara, el joven ha pintado una tabla de surf que le ha hecho sentirse orgulloso de sí mismo y de su trabajo: “Hacía tiempo que no me sentía tan bien”. Al salir del taller, unos jóvenes han cogido su tabla y la han partido en dos, exactamente lo que él ha hecho durante años con el trabajo y el esfuerzo de su madre. En ese momento ha entendido lo que siente Conchi cada vez que él tira su comida, rompe sus cosas o pisotea su trabajo.

Alberto ha tenido que enfrentarse a la opinión de los demás cuando ven el comportamiento que tiene con su madre. Un grupo de chicas y su gran ídolo, el cantante Huecco, han podido ver unas imágenes en las que Alberto grita, amenaza e insulta a su madre. La vergüenza ha hecho que Alberto rompa a llorar y ha tenido que escuchar cómo las chicas no querrían ni en pintura un novio como él, y como su cantante favorito reprochaba su comportamiento. Alberto ha asegurado que a partir de ahora va a comportarse bien con Conchi y la va a cuidar como se merece una madre.

Alberto ya está preparado, ya es capaz de ver las imágenes en las que maltrata psicológicamente a su madre y sentir rechazo hacia ellas. Entre lágrimas, el joven ha reconocido sus errores y ha asegurado que esa actitud va a cambiar de ahora en adelante. Cuando Conchi ha aparecido, Alberto se ha lanzado a sus brazos como solía hacer de pequeño y, entre “te quieros” mutuos, han conseguido emocionar a Jero García.