Todo ese cariño, sin embargo, no pudo evitar que en octubre de 1987 apareciera asesinada en su domicilio. El móvil parecía ser un vulgar robo de joyas. Sin embargo, el Grupo 2 Homicidios pronto empezará a tejer una tupida red de sospechas en torno al presunto asesino.
Así, los inspectores descubrirán que las cerraduras de la casa no han sido forzadas, lo que lleva a pensar en el que víctima y verdugo se conocían. Además, el cadáver aparece con un cojín bajo la cabeza ensangrentada, dispuesta para un descanso eterno. ¿Qué asesino se tomaría tantas molestias? ¿Tendrán alguna información relevante todos esos jóvenes habituados a subir y bajar de su piso a cambio de unas monedas?