Me dejé llevar por el espíritu de San Valentín en 'First Dates' y acabé un poco piripi

Beatriz Cepeda
14/02/201810:19 h.Volver a 'First Dates' con la tranquilidad de que no vas a tener una cita a ciegas hace que vivas la experiencia de una manera completamente diferente. Pare empezar, no hay nervios. Cenas, bebes y charlas con la tranquilidad de que tu vida amorosa no está a punto de cambiar.
Sin embargo, acudir a la cena de San Valentín impone un poquito, porque aunque tú solo has ido al restaurante a meter las narices en los flechazos de los demás, sabes que va a ser una noche de emociones. Tengo que confesar que más de una vez se me encogió el corazoncillo con las historias tan impresionantes de algunos de los solteros de la noche.
Pedidas de mano, segundas oportunidades, historias de superación, amor en la tercera edad... sin duda, vivimos una noche mágica en First Dates. Como mágica fue la aparición en el restaurante de una de las cantantes de moda, Rozalén, que nos amenizó la velada con su fantástica música.

De todas formas, y para ser completamente sincera, he de confesar que mi sorpresa favorita fue la propia cena. La carta era completamente irresistible. Solo con leer los nombres de los platos que ofrece el menú del restaurante ya te daban ganas de morir de amor. Yo me pedí unas Caricias Terrenales de primero y un Amor Gallego de segundo, que siempre me ha tirado mucho el norte. Y de postre, por supuesto, una Dulce Esperanza. Que me parece una metáfora maravillosa del estado en el que yo me encuentro: atiborrándome a chocolate mientras espero a que me caiga un novio del cielo.

Lo que más me gustó fue el juego de los chupitos. Una vez terminada la cena, Matías se acercó a nosotros y nos propuso un juego: teníamos que elegir un chupito pero no en función de su sabor o sus ingredientes, sino del tema de conversación que nos gustaría tener con nuestra pareja. Que no se puede negar que un poquito de alcohol nos suelta un poco la lengua (como mínimo). Yo elegí el Black Mirror, que me gusta a mí un despellejarse un poco. Mi acompañante, un Spectrum... ¡vaya dos!

Sin lugar a dudas fue una noche inolvidable. No solo por divertida y emocionante, también porque... ¡salgo en la tele! Aprovecho para mandar mis mejores deseos a todas las parejas maravillosas que conocí. ¡Y a Carlos Sobera y a los camareros, que nos trataron muy bien!