Ana descubre el encanto de los hombres calvos en ‘First Dates’: “Tiene su rollo”

  • Ana no deja que David la lleve bailando una bachata: “Mandas tú”

  • Ana le explica a su cita sus problemas de salud: “La funda es muy buena, pero por dentro echaron saldos”

Ana es una mujer muy selectiva en el tema sexual, extrovertida, simpática, con carácter… Le encantan los deportes de riesgo, pero por problemas de salud no los puede practicar. Ha sido bailarina y con 25 años no se daba cuenta de que tenía una espalda que tenía que cuidar “tengo 6 0 7 hernias, tengo displasia…”. Le encantaría encontrar el amor y sentirse cuidada “hacerme un poco la niña pequeña”.

David, su cita, es un hombre que lo da todo en el amor, pero que si la cosa no funciona se convierte en un bloque de hielo. Le gustan los deportes de riesgo “la velocidad, el coche, la moto…”. Al verle, a Ana le ha chocado que David fuera calvo, pero le ha visto su aquel “tiene su rollo”. Son los dos de la zona de Cataluña y al hablar de sus profesiones, Ana le ha contado que estaba jubilada por sus problemas de espalda y que no tenía solución “la funda es muy buena, pero por dentro echaron saldos”.

La cena ha comenzado hablando de hijos y de las dos bodas de David. Ana ha sentido que era un valiente y él ha aprovechado para interesarse por el tema de los deportes de riesgo. El soltero le ha explicado que era “un poco cagón” y que le gustaba más la velocidad porque en un paracaídas él no controlaba la situación.

Desde pequeña Ana sabía que quería ser vedette y le ha contado a David que llegó a cumplir su sueño. David le ha contado que le gustaban mucho las mujeres femeninas y Ana le ha dicho que ella era muy “machirulo”, algo que él no ha sentido.

Los solteros han estado muy cómodos y al llegar al reservado, David ha sacado su lado más divertido. Se han atrevido a bailar una bachata y aunque ella ha llevado la voz cantante, se han compenetrado muy bien. Los dos han disfrutado de una cita muy bonita y Ana tenía ganas de conocer más, pero él le ha explicado que no había sentido la chispita que esperaba