Una fortísima lluvia marcará el inicio del viaje y añadirá un nuevo obstáculo a la carrera. Con el tiempo en su contra, los expedicionarios tendrán que mantener la calma para seguir escrupulosamente las instrucciones de las que depende el éxito. De hecho, no leerlas detenidamente les jugará una mala pasada al equipo naranja -formado por Rafael Amargo y Yolanda Jiménez- y al equipo rosa, integrado por María y Romy Abradelo.
En su camino hacia la meta tendrán que ascender y descender una escarpada ladera a lomos del medio de transporte por excelencia del Alto Atlas: la mula. Este recorrido, lleno de peligros, numerosas caídas y nervios, pondrá a los expedicionarios en la situación más límite de las vividas hasta el momento, tanto que los expedicionarios recibirán una llamada de atención por parte del programa por asumir riesgos innecesarios. La competitividad y el cansancio pasarán factura: la salud se resiente en el equipo rosa y el equipo azul, compuesto por Lola y Marbelys, vive momentos de tensión.
Además, los concursantes tendrán que vadear los meandros de un río embravecido que harán pasar grandes apuros a Marbelys, la única expedicionaria que no sabe nadar. El primer equipo que llegue al Valle de las Rosas, donde está situada la tercera meta, obtendrá el preciado dírham de orodírham; mientras que el último tendrá que ser evacuado de la carrera. Pero en una expedición donde lo imposible se puede hacer posible, las expulsiones pueden no ser lo que parecen.