Atrapado en otro sexo

PAOLA ORTEGA 12/02/2008 14:50

"Mi sexo es mujer; mi sexo no es transexual. La transexualidad es una circunstancia que te identifica porque has tenido que someterte a un proceso para adecuar tu sexo a tu cuerpo", asegura Carla Antonelli, directora del Diario Digital Transexual. Una persona transexual encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su anatomía sexual. Es decir, su sexo biológico no corresponde con su sexo social y el psicólogico con el que se identifican. Sin embargo, el principal problema que tienen estas personas es que la sociedad no entiende está situación y son víctimas de múltiples burlas. "Sufres muchos atropellos a la dignidad de la persona" asegura Carla Antonelli. Ella misma fue víctima de ellas cuando viajó a Venezuela. Estuvo retenida por las fuerzas de seguridad durante varias horas y tuvo que soportar las mofas de todos. Y esto, ante todo, es muy traumático.

Carla Antonelli distingue entre transexuales y travestis. "El segundo es una persona que se viste, se transforma con ropa del sexo contrario; el transexual vive durante 24 horas con el sexo que siente". Dos conceptos distintos que deben quedar claros.

Hablamos de cifras

Según un estudio realizado por la Fundación para la Identidad de Género, España cuenta con un total de 31.938 transexuales, aunque por el momento sólo 2.826 están diagnosticados como tales. Asimismo afirman que la mayoría de las personas afectadas por la denominada discordia de género son transexuales féminas, es decir, mujeres que nacieron con un cuerpo de hombre. Según el INE, la estimación de personas transexuales en España es de 2.087, de las cuales habría 1.408 mujeres transexuales y 607 hombres transexuales.

La investigación en sexología de la Universidad Libre de Ámsterdam apunta a que la identidad y la orientación sexual son hechos absolutamente diferentes; pueden darse personas transexuales con diferentes orientaciones sexuales. De hecho, hay estudios que indican que más de un 30% de la población transexual es homosexual o bisexual, muy por encima al 5% ó 10%, porcentaje que suele darse en la población no transexual.

La ley avanza

"De lo que no se habla no existe", sentencia Carla Antonelli. Considera que la transexualidad no hay que ocultarla porque es la única forma de que se normalice la situación a nivel social. Una situación que ha avanzado mucho en los últimos años. En 1983 dejó de constituir un delito en España la cirugía de reasignación sexual sin embargo, contraer matrimonio se convertía en un auténtico calvario. "Gracias a dos recursos ganados a la Fiscalía en 2002 todos podemos casarnos", asegura la directora del Diario Digital Transexual. Poco a poco iban avanzando.

Pronto llegaría la Ley de Identidad de Género, el 1 de marzo de 2007. "Gracias a esta ley no necesitamos operarnos para cambiar de género; nos ha abierto muchas puertas para acceder al mercado laboral, a la hora de alquilar una vivienda o realizar operaciones en bancos". Esta ley permite que las personas transexuales modifiquen el nombre y sexo en sus documentos de identidad sin necesidad de someterse a una operación ni a un procedimiento judicial. "La ley española es la más avanzada del mundo pero queda mucho camino por andar", sentencia Carla Antonelli.

Comunidades como Andalucía y Madrid han ido más allá al financiar las intervenciones de reasignación de género. Otras, como Cataluña sólo costean el tratamiento psicológico y hormonal. La Seguridad Social exige un informe de un especialista, en este caso un psicólogo, que asegure que estás en un conflicto de identidad de género y no sea ningún otro el motivo el que te motiva a someterse a esta operación.

Hormonas, imprescindibles para un cambio de sexo

Lo primero que debe hacer una persona que piensa que sufre un cambio de identidad sexual es acudir a un psicólogo que le oriente. Tener contacto con otros transexuales puede ser de gran ayuda; compartir y contrastar experiencias es de vital importancia.

Una vez que una persona sabe que es transexual debe comenzar a vivir de acuerdo a su propia percepción de género, es decir, el contrario que le asignaron al nacer. Esto se denomina test de la vida real y es imprescindible una experiencia previa de un año y continuada antes de someterse a una operación de reasignación sexual, comúnmente y mal conocida como operación de "cambio de sexo".

Las hormonas deberán tomarse durante toda la vida, ya que el cuerpo no produce las necesarias para mantener la masculinización o feminización. Para el cambio de hombre a mujer se utilizan los estrógenos. Suele empezar a notarse su acción a partir de los dos o cuatro meses de su tratamiento, siendo algunos de sus efectos irreversibles tras seis- doce meses de uso. Algunos de los cambios más considerables son la disminución de la erección, hasta desaparecer totalmente; aumento del tamaño mamario, aunque no siempre es simétrico en ambas gandulas; la distribución de la grasa, aumentando en las caderas; disminución del vello corporal, aunque no siempre desaparece todo de la cara; cambio de carácter, incrementa la emotividad y, por último, la voz que sufre pocos cambios porque no es muy sensible a las hormonas.

En el tratamiento del transexualismo de mujer a hombre se suministran andrógenos, otro tipo de hormonas. Los cambios más claros son la disminución de la fertilidad; el vello corporal incrementa, se hace más grueso y oscuro; aumenta la masa muscular; el carácter se vuelve más agresivo, aunque depende de las características psicológicas de cada persona; y, las glándulas mamarias suelen quedar iguales, aunque están más blandas.