Según un estudio publicado por la revista Nature Climate Change, la temperatura de la mayoría de los edificios está diseñada para un hombre de alrededor de 40 años de edad y unos 70 kilos. Su metabolismo, por lo tanto, es un 30 por ciento más rápido que el de las mujeres. Eso se traduce en la consecuencia de que mientras ellos se sienten mejor con temperaturas bajas, ellas necesitan más grados.
El modelo de confort término se desarrolló en la década de 1960 y desde entonces, no se ha cambiado, a pesar de que las mujeres sí que se han ido incorporando al mercado laboral. Esta pauta "puede sobreestimar la producción de calor en reposo de las mujeres hasta un 35 %”, por lo que las mujeres pasarían frío.
Según la normativa actual, la temperatura de los centros de trabajo debe oscilar entre los 23 y 25 grados en verano. Sin embargo, los valores corporales de las mujeres serían un poco más altos, mientras que los de los hombres.
La vestimenta, decisiva en la oficina
Además del metabolismo, otra variable a tener en cuenta en la oficina es la vestimenta. La temperatura de las oficinas se calcula teniendo en cuenta que los hombres llevan traje durante todo el año. El código de vestimenta de ellos suele ser mucho más estricto en verano que el de ellas, teniendo prohibido, en muchos casos, llevar pantalón corto. Ellas, en cambio, si pueden ir en falda.
Aunque la ciencia ya ha dado respuesta a las disputas en la oficina, seguro que este verano se volverán a repetir las peleas por el mando del aire acondicionado en el lugar de trabajo.