Parece increíble, pero es cierto. Sobre las 06.00 horas de esta mañana, la perforadora ha terminaba de reperfilar el pozo vertical y se acometían los trabajos de limpieza del interior del túnel, iniciándose de nuevo el encamisado de los 60 metros. Los mineros que tienen como misión rescatar a Julen esperaban a que se acabara de revestir el pozo paralelo por el que descenderán para después empezar a picar. Esos tubos ya estaban ensamblados, pero no se habían acabado de fijar.
La idea ahora es recortar los tubos más bajos del encamisado de manera que puedan encajar en la base del pozo vertical y salvar así un nuevo saliente de tierra que impedía rematar el túnel de rescate. "Ya trabajan directamente sobre el entubado rebajando el diámetro en el tramo final del cilindro, que tiene que apoyarse sobre el fondo de ese pozo vertical", ha confirmado la Subdelegación del Gobierno en Málaga.
Los mineros acudían ya al lugar del pozo porque sabían que hoy era su día. Su misión estaba más cerca. Pero este nuevo contratiempo, ahora a 50 metros, desvanece un poco más las esperanzas de una familia que ya está rota, mal, anímicamente muy tocada (ni paseos ha habido hoy, día de una tensión extrema. Reunidos a unos metros de la estructura de tubos por la descenderán al pozo, los mineros esperaban. Y eso precisamente, esperar, es a lo que menos acostumbrados están. Sus intervenciones suelen ser inmediatas, urgentes. Y ahora, las circunstancias provocan que tengan que volver a hacerlo.
Muy diferente a lo que está sucediento en Totalán. A mil kilómetros de distancia, en Langreo, se vive con emoción la participación de los mineros en el rescate. Nadie tiene dudas de que lograrán su objetivo, aunque son conscientes de que la misión es peligrosa. Y que cada vez se hace más de esperar.
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